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"La víscera gramatical", por Juan José Millás

"La víscera gramatical", por Juan José Millás

He de reconocer que últimamente trato de liberar a mis alumnos del yugo de la gramática. Pero ello no quiere decir que la gramática no sea importante, claro que lo es. Igual -siguiendo el ejemplo del articuento de Millás- que el páncreas es indispensable, aunque no tengamos clara su estructura, su forma, su función... ¿Puede alguien hablar bien sin tener idea de lo que es un sintagma nominal? Sin duda. ¿Puede alguien hablar mal sabiendo perfectamente lo que es un sintagma nominal? Por supuesto, aunque parezca contradictorio. ¿Entonces? ¿Hemos de excluir la gramática de nuestro estudio? No, porque funcionamos con ella a pesar de no conocerla demasiado. Creo que son compatibles los dos pensamientos: enseñemos gramática, pero, por favor, enseñémosla a través de los textos, los únicos entes de los que me parece indispensable conocer su estructura, su forma, su función... Una cosa llevará a la otra de forma natural. Aquí tenéis el artículo de Millás, extraído del Faro de Vigo del sábado 25 de octubre.

        Leo no sé dónde [pues aquí está el artículo de El País "Mucho título y pocas letras" para que podáis ver la referencia] que los universitarios españoles sufren «carencias gramaticales graves». La expresión «carencias gramaticales graves» suena a diagnóstico clínico. Quizá lo sea. De hecho, en el interior de cada uno de nosotros funciona una gramática como funciona un hígado. Gracias al funcionamiento de la gramática no decimos, por ejemplo, que el madre de nuestra director han caído enfremos. Del mismo modo que vamos de acá para allá gracias al aparato locomotor, nos entendemos gracias a la gramática, una víscera más de la que no somos conscientes. Tampoco somos conscientes del páncreas, del que ni siquiera conocemos la forma que tiene, lo que no quiere decir que no actúe. Piense usted en el ser más rudimentario que conozca, escúchele hablar y no tendrá más remedio que admitir que la gramática -excepto en casos muy excepcionales- actúa dentro de su cuerpo.
         Si la víscera gramatical no actuara, la sociedad sufriría un colapso. No nos entenderíamos o nos entenderíamos tan mal que saldría uno de casa con intención de comprar un quilo de cebollas y regresaría (en el mejor de los casos) con cuarto y mitad de mortadela. Sin la víscera gramatical, no podríamos hacer la declaración de Hacienda ni sacarnos el carné de identidad ni escribir cartas al hijo que estudia o trabaja en Estados Unidos. Si a mí me dieran a elegir entre tener problemas digestivos graves o problemas gramaticales graves, elegiría los primeros, sin duda, pues con un régimen adecuado y protectores de estómago saldría adelante. Cuidémonos la gramática, pues, como nos cuidamos el corazón o la boca.
        Ahora bien, del mismo modo que para ser deportista se requieren unas condiciones físicas excepcionales, para ser universitario es preciso poseer también unas condiciones gramaticales fuera de lo común. Tener universitarios con «carencias gramaticales graves» es lo mismo que tener tenistas sin brazos o corredores sin piernas. Así que cuidado con la víscera gramatical de los universitarios, de cuya salud depende la del resto de la población.

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