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ISRAelPROFEDELENGUA

"Modernos y elegantes", por Julio Llamazares

"Modernos y elegantes", por Julio Llamazares

Hace unos años, ya no recuerdo cuándo ni cómo, llegó a mis manos un texto magnífico, escrito por Julio Llamazares y publicado por El País el 13 de mayo de 1993 -el año en que empecé mi Filología, madre mía-. Un auténtico clásico que me vino a la memoria y no me costó nada encontrarlo en la Red. Incluso he visto una unidad didáctica con muy buena pinta (VILLARRUBIA ZÚÑIGA, Marisol y FERNÁNDEZ RÍOS, Vanesa: ¿Du llu espic ingliss?, Revista de Didáctica MarcoELE, núm. 7). Eso sí, como me ha advertido Hortensia Lago en su comentario, circula una atribución errónea del texto por Internet, lo que no deja de ser una injusticia para con el autor de esta columna que trata con espléndida ironía el tema de los extranjerismos en la lengua.

Os dejo con el texto, no sin dejaros "deberes". Ésta es la pregunta: ¿Son los extranjerismos fenómenos normales y naturales en la evolución de las lenguas, o son simplemente adulteraciones del lenguaje que responden a modas caprichosas?

"Modernos y elegantes"

Desde que las insignias se llaman pins, los maricones gays, las comidas frías lunchs, y los repartos de cine castings, este país no es el mismo: ahora es mucho, muchísimo más moderno. Antaño los niños leían tebeos en vez de comics, los estudiantes pegaban posters creyendo que eran carteles, los empresarios hacían negocios en vez de business, y los obreros, tan ordinarios ellos, sacaban la fiambrera al mediodía en vez del tupper-ware. Yo, en el colegio, hice aerobic muchas veces, pero, tonta de mí, creía que hacía gimnasia. Nadie es realmente moderno si no dice cada día cien palabras en inglés. Las cosas, en otro idioma, nos suenan mucho mejor.

Evidentemente, no es lo mismo decir bacon que panceta, aunque tengan la misma grasa, ni vestíbulo que hall, ni inconveniente que handicap... Desde ese punto de vista, los españoles somos modernísimos. Ya no decimos bizcocho, sino plum-cake, ni tenemos sentimientos, sino fellings. Sacamos tickets, compramos compacs, comemos sandwiches, vamos al pub, practicamos el rappel y el raffting, en lugar de acampar hacemos camping y, cuando vienen los fríos, nos limpiamos los mocos con kleenex.

Esos cambios de lenguaje han influido en nuestras costumbres y han mejorado mucho nuestro aspecto. Las mujeres no usan medias, sino panties y los hombres no utilizan calzoncillos, sino slips, y después de afeitarse se echan after shave, que deja la cara mucho más fresca que el tónico. El español moderno ya no corre, porque correr es de cobardes, pero hace footing; no estudia, pero hace masters y nunca consigue aparcar pero siempre encuentra un parking.

El mercado ahora es el marketing; el autoservicio, el self-service; el escalafón, el ranking y el representante, el manager. Los importantes son vips, los auriculares walkman, los puestos de venta stands, los ejecutivos yuppies; las niñeras baby-sitters, y hasta nannies, cuando el hablante moderno es, además, un pijo irredento.

En la oficina, el jefe esta siempre en meetings o brain storms, casi siempre con la public-relations, mientras la assistant envía mailings y organiza trainings; luego se irá al gimnasio a hacer gim-jazz, y se encontrará con todas las de la jet, que vienen de hacerse liftings, y con alguna top-model amante del yoghurt light y el body-fitness.

El arcaico aperitivo ha dado paso a los cocktails, donde se hartan a bitter y a roast-beef que, aunque parezca lo mismo, engorda mucho menos que la carne. Ustedes, sin ir más lejos trabajan en un magazine, no en un programa. En la tele, cuando el presentador dice varias veces la palabra O.K. y baila como un trompo por el escenario la cosa se llama show, bien distinto, como saben ustedes, del anticuado espectáculo; si el show es heavy es que contiene carnaza y si es reality parece el difunto diario "El Caso", pero en moderno. Entre medias, por supuesto, ya no ponen anuncios, sino spots que, aparte de ser mejores, te permiten hacer zapping. Estas cosas enriquecen mucho.

Para ser ricos del todo, y quitarnos el complejo tercermundista que tuvimos en otros tiempos, solo nos queda decir con acento americano la única palabra que el español ha exportado al mundo: la palabra siesta.

11 comentarios

Jordan Trunner -

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israelprofedelengua -

¡Concha, qué grata sorpresa, qué honor, jejej! Es increíble lo que puede hacer la blogosfera... Me alegra saber de ti después de tanto tiempo, veo que sigues con las clases aunque desde luego, la brillantez de tus alumnos habrá disminuido... Y es que nosotros éramos geniales, jej... Un brindis por Llamazares y por los viejos tiempos ;-)

Concha -

Bueno, no hace tanto tiempo que estuvísteis en primero de carrera, jeje... como lo prueba el que el texto sigue dando juego. Yo misma lo he usado otra vez este año en las clases de sintxis y semántica histórica (una alumna que trabajaba con él me ha advertido de la cita), tiene ejemplos muy buenos como el de PIN que muestra el rápido cambio semántico y sobre todo la vitalidad de la lengua.
En vuestros tiempos el PIN era otra cosa.
Saludos
Concha

profedelengua -

Por cierto, veo que el hecho de haberte caído de pequeño en una marmita llena de Mr. Proper ha conservado tus neuronas en excelente estado. Ok, todo en su justa medida. Pero no quieras engañar a los lectores de este mi blog con tus manifestaciones antirrománticas respecto a la pureza de nuestro sacrosanto idioma, cuando todos sabemos que, pese a esa coraza de tipo pragmático y socarrón, eres un romántico impenitente y en el fondo te encantaría hablar como don Pelayo...

profedelengua -

¡Anda, el que faltaba, el ario macho alfa, jajaj! ¡Parió la abuela! ¿Por dónde andas metido, granujilla? ¡Ya te echaba de menos! ¡La ínclita Concha Báez ni más ni menos! Es increíble que te acuerdes del detalle. Si yo, que era uno de sus alumnos preferidos, no me acuerdo, ¿qué te hizo, o que te dejaste hacer, para que la mantengas tan vívida en tu memoria...?

Juanjo -

Por cierto, lo de Cocha es un error (yo también cometo alguno). Quería decir, obviamente, Concha. Por otra parte no puedo estar totalmente de acuerdo con el artículo: si bien es cierto que el abuso de anglicismos es nocivo, no olvidemos que las lenguas evolucionan (porque si no, desaparecerían) gracias, entre otros factores, a los extranjerismos. De hecho, cuando se me ocurre cometer deporte yo prefiero decir en casa "me voy a hacer "footing"" y no "me voy a correr"...(y mucho menos si tengo que alzar la voz porque estoy en el ala oeste de "ma meson").

Juanjo -

Mi querido amigo de aspecto caucásico, yo te recordaré cómo llegó a tus manos el artículo en cuestión. Lo leímos el primer año de carrera, pues nos sirvió para realizar algunas actividades en la asignatura "Lengua española 1", impartida por la conspicua Cocha Báez.
¡Ah! Cómo te envidio por tenerme como amigo...

profedelengua -

¡Claro, es verdad! ¡Muchas gracias por la corrección! Efectivamente, cuando me dijiste autor y título, se me encendió también la lucecita. Hacía tanto tiempo que pasó por mis manos el texto, que lo había olvidado por completo. ¡Gracias otra vez!

Hortensia Lago -

Hola, Israel. Ese texto es un artículo de Julio Llamazares publicado en El país el 13/5/93. Se llama "Modernos y elegantes": http://www.elpais.com/articulo/opinion/Modernos/elegantes/elpepiopi/19930513elpepiopi_14/Tes/
Tratando de buscarlo en Internet, yo también lo vi atribuido a una anónima señorita, pero no es así.
Saludos.