Don Quijote, árbitro.
Foto de Martín Mesa
Ángel Jiménez es tocayo... Esto es, es profesor de Lengua castellana, como el que escribe. Pero tiene una doble peculiaridad: es árbitro y es implacable con el insulto. Y no me refiero a los jugadores, ya que el propio reglamento lo prohíbe, sino a los aficionados. Al primer insulto de la grada, Ángel habla con los delegados; al segundo, con la policía; al tercero, suspende el partido. Y dice que jamás ha tenido que llegar a esto último. Un tipo que va contracorriente, un don quijote del fútbol y del respeto de la palabra. Chapeau para ti, Ángel.
Os transcribo parte del artículo del diario 20minutos de Raúl R. Vega, de hoy, 5 de octubre:
«¿Imaginas a 12.000 personas insultando a Nadal? El gamberro que insulta en el fútbol se calla en el tenis». Ángel, malagueño de 31 años, pita partidos de fútbol base desde 2006. Regresó al arbitraje convencido de poder cambiar algo: «En mis partidos de fútbol nadie insulta a nadie, no lo permito. Antes de comenzar, reúno a todos y les digo que quiero que se respeten, que jueguen con deportividad». ¿Y si no le hacen caso? «Al primer insulto que escucho en el campo o la grada, advierto a los delegados; al segundo llamo a la policía, y al tercero, suspendo el partido». ¿Cuantas veces ha llegado ese tercer aviso? «Ninguna vez». Las explicaciones de este árbitro contranatura tienen base lógica: «Parece que la costumbre tiene que ser ley, y no es así; como en el fútbol siempre se ha insultado nada tiene que cambiar, y eso es por la cultura de este deporte. ¿Imaginas a 12000 personas insultando a Rafa Nadal? El gamberro que insulta en el fútbol se calla en el tenis. Cuando el fútbol empobrece al ser humano, mal vamos...». Cuesta creer en este mundo feliz y Ángel sabe que predica en el desierto, pero está convencido: «Mis amigos me llaman loco, pero la razón está conmigo y creo que el fútbol puede cambiar en un futuro. También hace unos años las mujeres no tenían derecho a votar...».
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