Bertolt Brecht
El Departamento de Lengua castellana tiene previsto una salida el próximo miércoles 21 de enero para asistir en el Teatro Principal de Ourense a una representación que hará el Centro Dramático Galego de la obra La persona buena de Sezuán, de Bertolt Brecht. La obra, escrita durante el exilio del autor en los EE.UU y estrenada en Zurich en 1940, comienza con la bajada a la tierra de tres dioses con la esperanza de encontrar personas que sean personas buenas y justas. La primera que descubren es la única que los acoge en Sezuán: Xen-Te, una prostituta a quien premian dándole otro medio de vida, una tienda de tabaco...
Bertolt Brecht, dramaturgo y poeta alemán (1898-1956), es uno de los grandes autores de todos los tiempos. Fue quien escribió esos maravillosos versos:
Primero cogieron a los comunistas,
y yo no dije nada por que yo no era un comunista.
Luego se llevaron a los judíos,
y no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los obreros,
y no dije nada porque no era ni obrero ni sindicalista.
Luego se metieron con los católicos,
y no dije nada porque yo era protestante.
Y cuando finalmente vinieron por mí,
no quedaba nadie para protestar.
Brecht no entiende que en el mundo falte la solidaridad, la hermandad, precisamente aquello que puede hacer frente a la injusticia y a la miseria. Pero Brecht no espera nada ya: sus obras son de carácter político y social, pero se caracterizan por su amargo tono pesimista. Véanse estos otros versos suyos:
Hay muchas maneras de matar.
Pueden meterte un cuchillo en el vientre.
Quitarte el pan.
No curarte de una enfermedad.
Meterte en una mala vivienda.
Empujarte hasta el suicidio.
Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo.
Llevarte a la guerra, etc...
Sólo pocas de esta cosas están pohibidas en nuestro Estado.
Al menos, Brecht ha decidido no callar. No se traicionará a sí mismo si denuncia lo que ve:
Soy autor de teatro. Enseño lo que he visto. Y he visto
mercados de hombres que comercian con el hombre.
Esto es lo que yo enseño como autor de teatro.
Como unos hombres hacen planes en sus guaridas
preparando sus porras y hablando de dinero;
cómo otros hombres esperan en las calles;
cómo se urden trampas los unos a los otros,
rebosantes de ilusiones;
cómo se dan cita,
cómo se ahorcan entre sí,
cómo se aman,
cómo defienden su presa,
cómo devoran...
Esto es lo que yo enseño.
Cuento lo que se dicen.
Lo que le dice la madre al hijo,
lo que ordena el patrono al obrero,
lo que contesta la mujer al marido.
Palabras que imploran o que mandan,
palabras que suplican o que humillan,
que mienten o que muestran ignorancia.
Os cuento todo eso.
Veo caer la nieve,
veo desencadenarse terremotos,
veo alzarse montañas en medio del camino
y desbordarse ríos.
Pero la nieve lleva sombrero,
las montañas bajan de automóviles
y los ríos furiosos mandan escuadrones de policía.
Brecht es un ejemplo de teatro dialéctico: dialéctico en el sentido de comprometido, y dialéctico en el sentido de que presenta al hombre como víctima de fuerzas opuestas, contradictorias. Así ocurre en La persoa buena de Sezuán, donde Brecht reflexiona sobre la bondad humana: la joven Shen-Te se debate entre la bondad y misericordia para con los demás, y la destrucción de sus propios sueños y metas. Pero Brecht deja que el espectador se distancie, que analice, que tome sus propias conclusiones, de ahí que sus finales no sean cerrados, sino ambiguos; de ahí que rompa la unidad de acción con canciones, que use una escenografía antirrealista, etc., etc.
En fin, un auténtico lujo de autor y de compañía teatral, una oportunidad que no hay que dejar pasar.
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