Coser e cantar
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Acabo de llegar de Pontevedra, de ver la gala-presentación de Coser e cantar, el cortometraje dirigido por Rubén Riós que recrea la infancia de doña Elena, la reina del Entroido de Verín. Igual que los cuentos, los cortometrajes tienen una estructura y unos "tempos" diferentes: un cuento no es una novela corta, ni un cortometraje una película de quince minutos. Probablemente es más difícil escribir un buen cuento que escribir una buena novela, aunque parezca contradictorio. Tejer una historia convincente con un discurso breve requiere una gran habilidad.
Y Rubén ha salido, a mi juicio, bastante airoso. Se inclina por pocas escenas largas, imponiendo un ritmo pausado, tratando con mimo los detalles (como el revolver nervioso de una cuchara en la taza de café), recreando con verosimilitud la realidad y la mística del ambiente rural gallego de los años 50, descubriendo la psicología de los personajes a través de inteligentes diálogos y expresivos silencios, poniendo contrapuntos cómicos a las situaciones de tensión. Coser e cantar tiene dos lecturas. Una es individual: la historia de una niña que padece una educación estricta y no puede cumplir sus sueños, aunque el destino le reservará, como el fin de un cuento de hadas, el convertirse en eterna reina del Entroido de Verín. La otra lectura es social: la historia de una cultura y una lengua, la gallega, que tradicionalmente ha sido maltratada por los prejuicios y las imposiciones del poder.
El resto de la gala tuvo luces y sombras. Aunque sí hubo el tradicional "making off" que explica los entresijos del rodaje, eché de menos un debate más serio sobre el corto, tanto sobre su forma como sobre su contenido. La gala tuvo momentos verdaderamente hilarantes gracias al genial humor de los presentadores, los mismos que, sin embargo, parecían más preocupados por divertir que en presentar una película, reduciéndola, además, al tema único del conflito lingüístico. Hubo también momentos muy emotivos, protagonizados por Arancha Rodríguez (la actriz que hace el papel de la joven Elena), que cantó para los asistentes, y por Emilio Rúa, cantautor de Riós que regaló al público una entrañable canción sobre el abandonado cine verinense "Buenos Aires". Pero fue tan bueno el espectáculo que el propio cortometraje quedó eclipsado por tanto papel de celofán: una injusticia porque Coser e cantar me pareció una pequeña gran obra de arte, de las que merecen verse al menos otra vez.
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