"Palabras para Julia", de José Agustín Goytisolo
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Qué tristeza me provoca este hombre y sus versos. El otro día leímos en clase este poema, y no he resistido la tentación de dedicarle también un pequeño espacio en este blog, ahora además que está cerca el aniversario de su muerte.
El mayor de los Goytisolo, José Agustín (Barcelona, 1928), lo escribió para su hija (publicó el poema en el libro Bajo tolerancia, en 1973), pero es muy probable que la memoria de su propia madre, también de nombre Julia, estuviese presente en la inspiración de los versos. Julia, la madre, murió en un bombardeo de la aviación franquista durante la Guerra Civil cuando él tenía once años, y semejante tragedia, unida a la indiferencia que hacia su primogénito sentía el padre, hizo de José Agustín un chico frágil. Qué versos tan duros esos en los que recuerda: me perseguía siempre / la triste cantinela: / no sirves para nada.
José Agustín siguió con su vida, estudió leyes, se dedicó a la literatura (compañero de generación de Jaime Gil Biedma, José Ángel Valente, Ángel González o José Manuel Caballero Bonald), fue traductor, se relacionó con el entonces clandestino Partido Comunista como reflejo de su compromiso político y social. Pero él resume así su biografía: De tristeza en tristeza / caí por los peldaños / de la vida.
La distancia sideral entre la realidad y el deseo debieron de frustrarlo enormemente. Goytisolo soñaba un mundo al revés:
Érase, una vez,
un lobito bueno,
al que maltrataban
todos los corderos,
y había, también,
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un ladrón honrado.
Todas estas cosas
había, una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.
Al cumplir los setenta años afirmó: “Si tuviera que vivir todo lo que he vivido, preferiría no volver a vivirlo”. Un año más tarde, José Agustín se precipitaba por un balcón. La historiografía literaria dice que fue un suicidio; la familia lo niega. Era, curiosamente, el Día del Padre, el 19 de marzo de 1999.
Su muerte dejó huérfana a Julia. Ella, la niña ya mayor, decía que ese poema siempre le resultó duro de leer, y no me extraña, pues imagino en ella una mezcla de orgullo y tristeza difícil de conjuntar. Este es el poema. Un legado de fe y esperanza para su hija, aunque él probablemente ya hubiera perdido ambas desde hacía mucho tiempo. "La vida es bella, tú verás..." Cuesta creer que el mayor de los Goytisolo se creyese de verdad esas palabras, pero probablemente pensó que lo que su hija necesitaría en el futuro no sería un mensaje nihilista sobre el absurdo de la vida, sino unas sencillas palabras de ánimo y esperanza...
PALABRAS PARA JULIA
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
PS. Muy recomendable la lectura del artículo de Atlas de poesía dedicado a José Agustín Goytisolo.
PS II. Muchos grupos han musicado el poema, entre ellos Los Suaves. La versión de Paco Ibáñez sea quizá la más conocida.
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