Abrázame más fuerte
-Fuerte… ¡Más fuerte!
Y él la apretaba con fuerza entre sus brazos.
-Flojito…
Y él dejaba de apretar.
-Te quiero papá. Te quiero mucho.
A él se le llenaron los ojos de lágrimas:
-Yo también te quiero, princesa. ¿Te acuerdas? Mucho, como la trucha al trucho…
Una risita, una pausa breve, y otra vez:
-Abrázame fuerte. Más fuerte. ¡Más fuerte! ¡Flojito, flojito…!
El juego siguió hasta que la niña quedó rendida por el sueño. Luego él la arropó, la besó en la frente, y dejó la puerta de la habitación entreabierta, como solía hacer, para espantar con la luz del pasillo los fantasmas de la oscuridad.
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