Sabina
Sabina, genio, poeta de callejones mortecinos, músico de esquinas pisoteadas, cantante de tabernas y burdeles, maestro de la metáfora, historiador de épicas cotidianas, portavoz de miserables... Sabina, cuando tu voz gastada y tu porte bohemio ya no inunde ningún escenario, todavía nos quedará tu poesía y tu música, abrazadas como amantes perfectos...
Hoy te he rendido humilde homenaje, conduciendo entre las líneas discontinuas de una carretera húmeda como el alma. Hoy he cantado tus poemas, y me han venido a la mente otros de otras viejas voces...
CALLE MELANCOLÍA
Joaquín Sabina
Como quien viaja a lomos de una yegua sombría,
por la ciudad camino, no preguntéis adónde.
Busco acaso un encuentro que me ilumine el día,
y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden.
Las chimeneas vierten su vómito de humo
a un cielo cada vez más lejano y más alto.
Por las paredes ocres se desparrama el zumo
de una fruta de sangre crecida en el asfalto.
Ya el campo estará verde, debe ser primavera,
cruza por mi mirada un tren interminable,
el barrio donde habito no es ninguna pradera,
desolado paisaje de antenas y de cables.
Vivo en el número siete, calle Melancolía.
Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría.
Pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía
y en la escalera me siento a silbar mi melodía.
Como quien viaja a bordo de un barco enloquecido,
que viene de la noche y va a ninguna parte,
así mis pies descienden la cuesta del olvido,
fatigados de tanto andar sin encontrarte.
Luego, de vuelta a casa, enciendo un cigarrillo,
ordeno mis papeles, resuelvo un crucigrama;
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos
y me abrazo a la ausencia que dejas en mi cama.
Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.
ES UNA TARDE CENICIENTA Y MUSTIA
Antonio Machado
Es una tarde cenicienta y mustia, / destartalada, como el alma mía; / y es esta vieja angustia / que habita mi usual hipocondría. / La causa de esta angustia no consigo / ni vagamente comprender siquiera; / pero recuerdo y, recordando, digo: / —Sí, yo era niño, y tú, mi compañera. //
Y no es verdad, dolor, yo te conozco, / tú eres nostalgia de la vida buena / y soledad de corazón sombrío, / de barco sin naufragio y sin estrella. //
Como perro olvidado que no tiene / huella ni olfato y yerra / por los caminos, sin camino, como / el niño que en la noche de una fiesta / se pierde entre el gentío / y el aire polvoriento y las candelas / chispeantes, atónito, y asombra / su corazón de música y de pena, //
así voy yo, borracho melancólico, // guitarrista lunático, poeta, // y pobre hombre en sueños, // siempre buscando a Dios entre la niebla. //
DONDE HABITA EL OLVIDO Joaquín Sabina Cuando se despertó, Dijo al ver mi cabeza al lado de la suya, en la almohada… El día que llegó nos vio, roto el engaño de la noche, la cruda luz del alba. Y la vida siguió, un amigo común que la vio Donde habita el olvido…
no recordaba nada de la noche anterior.
“Demasiadas cervezas”,
y la besé otra vez.
Pero ya no era ayer, sino mañana…
Y un insolente sol, como un ladrón entró
por la ventana.
tenía ojeras malvas y barro en el tacón,
desnudos, pero extraños,
Era la hora de huir,
y se fue, sin decir: “Llámame un día”.
Desde el balcón, la vi perderse en el trajín
de la Gran Vía.
como siguen las cosas que no tienen mucho sentido,
una vez me contó
donde habita el olvido.
La pupila archivó
un semáforo rojo, una mochila, un Peugeot
y aquellos ojos miopes
y la sangre al galope por mis venas
y una nube de arena
dentro del corazón,
y esta racha de amor sin apetito.
Los besos que perdí por no saber decir:
“Te necesito”.
Y la vida siguió,
como siguen las cosas que no tienen mucho sentido,
una vez me contó
un amigo común que la vio
donde habita el olvido.
DONDE HABITE EL OLVIDO
Luis Cernuda
Donde habite el olvido, / en los vastos jardines sin aurora; / donde yo sólo sea / memoria de una piedra sepultada entre ortigas / sobre la cual el viento escapa a sus insomnios. //
Donde mi nombre deje / al cuerpo que designa en brazos de los siglos, / donde el deseo no exista. //
En esa gran región donde el amor, ángel terrible, / no esconda como acero / en mi pecho su ala, / sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento. //
Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya, / sometiendo a otra vida su vida, / sin más horizonte que otros ojos frente a frente. //
Donde penas y dichas no sean más que nombres, / cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo; / donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo, / disuelto en niebla, ausencia, / ausencia leve como carne de niño. / Allá, allá lejos; / Donde habite el olvido. //
6 comentarios
laura -
profedelengua -
http://catalogo.musicalizando.com/
Tiene una pinta genial.
profedelengua -
Hortensia Lago -
profedelengua -
Otro día también pondré a Miguel Bosé cantando unos versos de Garcilaso, otro bombazo... Y luego están los clásicos de Paco Ibáñez...
¡Si se te ocurren más versiones musicadas de poemas, no dudes en decírmelo!
Hortensia Lago -