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ISRAelPROFEDELENGUA

"Cuentos de un minuto", de Itsván Örkény

Itsván Örkény nació en el seno de una familia burguesa judía en 1912. Licenciado en Químicas y gran viajero, la vida parecía sonreírle hasta que sobrevino la II Guerra Mundial. Entonces tuvo que ir a trabajar a la Unión Soviética, y poco más tarde fue hecho prisionero de guerra. Regresó a Budapest en 1946, y continuó su truncada carrera literaria. En 1967 publicó sus Egyperces novellák (’Cuentos de un minuto’), microrrelatos que combinaban a partes iguales tragedia, absurdo, ironía, ternura y humor. Sus "víctimas" preferidas: la burocracia, la ignorancia, la vanidad, el conformismo, la opresión. Estos rasgos de estilo pueden relacionarlo con el esperpento de Valle-Inclán (Divinas palabras) o el teatro del absurdo de Ionesco (El rinoceronte, La cantante calva) y Beckett (Días felices, Esperando a Godot), pero el estilo de Örkény es muy personal. Lo más impactante de todo es comprobar que a veces no hay nada más absurdo que la pura realidad. Cito a Judit Jerendas Kiss, la traductora al castellano de sus cuentos: "[tienen] sus textos una atmósfera propia, una mirada incisiva capaz de captar lo extraño detrás de lo que a muchos les parece normal, inevitable, rutinario". Echad también un vistazo al excelente análisis de los cuentos por parte de Miguel Ángel Zapata. En fin, que os invito a acercaros a la obra de este poco conocido autor, y aquí os cuelgo unos cuantos Egyperces novellák.

EL HOGAR

La niña sólo tenía cuatro años, sus recuerdos, probablemente, ya se habían desvanecido y su madre, para concienciarle del cambio que les esperaría, la llevó a la cerca de alambre de espino; desde allí, de lejos, le enseñó el tren.
-¿No estás contenta? Ese tren nos llevará a casa.
-Y entonces ¿qué pasará?
-Entonces ya estaremos en casa.
-¿Qué significa estar en casa? –preguntó la niña.
-El lugar donde vivíamos antes.
-¿Y qué hay allí?
-¿Te acuerdas todavía de tu osito? Quizás encontremos también tus muñecas.
-Mamá, ¿en casa también hay centinelas?
-No, allí no hay.
-Entonces, de allí ¿se podrá escapar?

Tenéis un comentario de texto de este microcuento aquí.

INFORMACIÓN

Lleva catorce años sentado en el portal, detrás de una ventanilla. Solamente le formulan dos tipos de preguntas.
- ¿Dónde quedan las oficinas de Montex?
A lo cual responde:
- En el primer piso a la izquierda.
La segunda pregunta es:
- ¿Dónde se puede localizar a la Procesadora de Desperdicios Resvencijosa?
A lo que él responde así:
- Segundo piso, segunda puerta a la derecha.
Nunca, en catorce años, ha cometido ningún error, cada quien ha recibido la información requerida. Sólo sucedió una vez que una dama se detuvo frente a su ventana y le formuló una de las preguntas de costumbre:
- Dígame por favor, ¿dónde queda Montex?
En este caso, excepcionalmente, su mirada se perdió en la lejanía y dijo:
- Todos venimos de la nada y a la grande y hedionda nada regresaremos.
La dama puso una queja. La queja fue investigada, discutida y archivada.
Realmente, no era para tanto.

INVESTIGACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA

Se ha fundado entre nosotros el primer instituto de investigación de la opinión pública del país, el cual ya ha comenzado a funcionar.
Solicitamos de la población su comprensivo apoyo.
Como muestra publicamos nuestra primera encuesta, la cual se orientó hacia la opinión de la gente acerca del pasado, el presente y el futuro de nuestro país. Para garantizar la confiabilidad de los resultados enviamos el formulario siguiente a 2975 personas de diverso orden, rango, trabajo y religión:

1. SU OPINIÓN ACERCA DEL RÉGIMEN ACTUAL
a) Bueno.
b) Malo.
c) Ni bueno, ni malo, pero podría ser un poquito mejor.
d) Desea irse a Viena.

2. ¿PERCIBE USTED LA SOLEDAD DEL HOMBRE DEL SIGLO XX?
a) Es totalmente solitario.
b) Es casi totalmente solitario.
c) Podría decirse que es totalmente solitario.
d) A veces conversa con el conserje.

3. SUS NECESIDADES CULTURALES
a) Va al cine, al fútbol, a la taberna.
b) A veces se asoma a la ventana.
c) Ni siquiera a la ventana se asoma.

4. ¿CUÁL ES SU FORMACIÓN FILOSÓFICA?
a) Marxista.
b) Antimarxista.
c) Sólo lee a Jenö Rejtö .
d) Alcoholista.

RESULTADO
1. En los últimos veinte años todo estuvo de lo mejor.
2. También ahora va todo bien, sólo el bus Nº 19 demora mucho en pasar.
3. El futuro será aún mejor, siempre y cuando se tomen medidas para que el bus Nº 19 pase más frecuentemente.

(Observación: se han tomado)

TELÉFONO 170-100

Al marcar este número nos comunicamos con la Central de Informaciones Especiales, la cual está capacitada para contestar cualquier pregunta.
Cada vez son más las personas que recurren a sus servicios, con preguntas cada vez más difíciles. (¿Tuvo la Virgen María la menstruación después de la inmaculada concepción? ¿Les hizo falta el piano a los compositores cuando aún no estaba inventado? ¿Marx y Engels se encontraron por casualidad, o este encuentro ya estaba predeterminado? ¿Podría ser posible que una pareja normal de cebras tenga un potrillo que no sea rayado sino a cuadros? ¡Y hay otras aún más salvajes!)
Han contratado a un gran número de científicos y profesionales y han organizado cerca de ciento veinte colectivos de trabajo, es decir, han creado un verdadero consorcio de genios, ahí en la central telefónica. Se han puesto en contacto con la Santa Sede y con la Royal Academy inglesa. De esta manera están capacitados para responder hasta las más importantes de las preguntas, aunque, lo que es natural, la administración se ha vuelto más complicada. Pero ello no ha afectado la competencia a la hora de contestar.
Ofrezcamos un sólo ejemplo:
- Disculpe la molestia. Aquí una pelota ha caído sobre un pequeño cocodrilo.
- ¿Cuán pequeño?
- Un palmo más o menos.
- Entonces sólo es una lagartija.
Podrías imaginarte que no se ocupan de semejantes nimiedades. ¡Pues claro que sí! La central rápidamente comunica con el grupo de primeros auxilios. Se pone al teléfono un médico, el cual ha recibido ya numerosas condecoraciones por las vidas que ha salvado. Su primera pregunta es:
- ¿Vosotros sois también lagartijas?
- No, señor. Somos alumnos del Liceo István Primero.
- ¿O sea que no sois parientes de la víctima? ¡Bien! Porque no damos diagnósticos a familiares.
- Lo acabamos de conocer. Estábamos jugando fútbol y la pelota cayó sobre él.
- ¿Respira?
- Sí.
- ¿Su corazón funciona?
- Su corazón funciona regularmente. El problema es que no se quita de en medio de la cancha.
- Entonces hurgadlo un poco.
Se acercaron. Lo hurgaron con una brizna de hierba. Luego informaron que la lagartija así hurgada se contrajo, pero siguió en el lugar en el que se encontraba.
- Conmoción cerebral, complicada con parálisis de los órganos motrices. Os comunico con Neurología.
Ya prácticamente vemos cómo el neurólogo hace un gesto con la mano y dice: matadlo de un sólo golpe … Pero no fue eso lo que sucedió. Luego de una larga reflexión, preguntó:
- ¿En qué confiáis más? ¿En el tratamiento clásico o en el psicoanálisis?
- Quizás en eso segundo que mencionó.
Una fresca y amable voz femenina ofrece pura confianza: el caso no es grave, es fácil de curar. Se trata de que el paciente, desde su infancia, sufría de un fuerte complejo de inferioridad, y el nuevo trauma (es decir, la pelota que cayó sobre su cabeza) borró de su conciencia todo lo que a sí mismo se refería. No puede moverse porque no sabe que es una lagartija. De manera que esto es lo que hay que hacer consciente dentro de él.
- Entonces, ¿qué tenemos que hacer?
- Explicarle que es una lagartija.
- ¡Pero no entiende la lengua humana!
- Entonces este caso no es de mi competencia.
- ¿Sino de quién?
- Hay aquí un grupo de lingüística que se ocupa exclusivamente del habla de los reptiles. Pero puedo comunicaros también con el colectivo de trabajo de filosofía … ¿Queréis hablar con Dios?
Pues claro que querían. La analista de voz fresca les explicó que tres veces a la semana (lunes, miércoles y viernes) prestaban servicio a los materialistas, los otros días a los creyentes en un dios o en varios, a los budistas zen y a los existencialistas. Prometer, dijo, en verdad no prometía nada, pero, milagro de los milagros, apenas los comunicó, el propio Dios atendió el teléfono.
- ¿Qué queréis? ¿Que resucite a la pequeña lagartija? – preguntó.
- Quizás eso sería lo más sencillo.
- Bueno, está bien – dijo Dios. – Regresad a jugar fútbol.
Se regresaron. Miraron a su alrededor. ¡La lagartija no estaba en ninguna parte! Pudieron seguir jugando tranquilamente. (Así, y lo mencionamos sólo de pasada, con esto el 170-100 le puso punto final a esa discusión de siglos, acerca de si Dios existe o no). ¡Con tanta responsabilidad, eficiencia y precisión trabaja la Central de Informaciones Especiales! Es decir, digamos mejor: trabajaba.
¡Desdichado país! Si algo sale bien, enseguida aparecen los perturbadores, los criticones, los bromistas. Una buena pieza de éstas llamó un día al 170-100 y preguntó:
- ¿Cómo está la cosa?
A la Central se le cortó la respiración. No supo a quien recurrir: ¿quién puede saber eso? Se conectó con una extensión y con otra, pero de ninguna parte obtuvo una respuesta coherente, hasta que ella misma se enredó por completo. Al final ya sólo se escuchaban unos lamentables traqueteos y crujidos desde el aparato … A partir de ese momento la Central de Informaciones Especiales ha languidecido y se ha atrofiado, y hoy en día es ya incapaz de responder ni a la más simple de las preguntas.
Si alguien quiere saber qué hora es, contesta con voz temblorosa:
- Lo ignoramos.
Los pobres, han perdido la confianza.

DE CÓMO ESTOY

-Buenos días.
-Buenos días.
-¿Cómo está?
-Bien, gracias.
-Y de salud ¿cómo se encuentra?
-No tengo motivos para quejarme.
-Pero, ¿por qué arrastra esa cuerda tras de sí?
-¿Cuerda?-pregunto, echando una mirada hacia atrás-. Son mis intestinos.


EL REDENTOR

A las diez de la mañana el escritor terminó su nuevo drama. A primeras horas de la noche le habían faltado dos difíciles escenas y se pasó la noche entera escribiéndolas. Durante ese tiempo se preparó cerca de diez cafés y caminó al menos diez kilómetros en la estrecha habitación del hotel, de un lado a otro. Ahora, sin embargo, se sentía tan fresco como si ni siquiera tuviese cuerpo, tan feliz como si la vida se hubiera embellecido, y tan libre como si el mundo hubiera cesado de existir.
Se preparó otro café. Bajó a la orilla del lago y buscó al batelero.
-¿Paseamos un rato por las aguas, tío Volentik?-preguntó.
-Tome asiento-dijo el batelero.
El cielo estaba nublado, pero no había nada de brisa. Como un inmenso espejo, así de liso, plateado y brillante se veía el lago. El tío Volentik remaba con golpes rápidos pero breves, tal como es costumbre en el lago Balatón.
-¿Qué cree?-preguntó el escritor, después de que hubieran navegado un buen trecho-¿Se ve todavía desde aquí la orilla?
-Sí, todavía sí-dijo el batelero.
Continuaron. La visión del techo de tejas rojas del balneario lentamente fue cubierta por los árboles. De la costa sólo se veía lo verde y del ferrocarril solamente el humo.
-¿Y ahora?-preguntó el escritor.
-Ahora también -contestó el batelero.
Ya sólo se escucha el batir de los remos en el agua y ningún sonido llegaba desde la orilla. Las imágenes de las casas, del puerto y del bosque se confundían las unas con las otras. Ya sólo se veía como el trazo de un lápiz el lugar donde terminaba el lago.
-¿Todavía se ve hasta aquí?-preguntó el escritor.
El batelero miró a su alrededor.
-Hasta aquí ya no.
El escritor se quitó las sandalias y se puso de pie.
-Entonces deje de remar, tío Volentik-dijo-. Voy a intentar caminar un poco sobre las aguas.

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