La SGAE, al acecho del teatro del Siglo de Oro
Acabo de escribir en google las palabras SGAE y Calderón de la Barca. Esta en aparencia absurda asociación tiene ya más de 24000 registros en Internet. Este inusual hecho se explica porque la Sociedad General de Autores, organización pseudomafiosa a la que el dramaturgo del siglo XVII, por cierto, no está afiliado, quiere cobrar (14000 eurazos) el canon relativo a los derechos de autor de El alcalde de Zalamea, o para ser exacto (los derechos por la propiedad intelectual caducan, por regla general, a los 50 años, aunque depende del país) los derechos de autor de la versión que de la obra calderoniana ha hecho el poeta Francisco Brines.
¿Las versiones de obras clásicas pueden ser objeto de propiedad intelectual por parte del "versionador"? Sin duda sí: versionar una novela, para un público infantil o juvenil por ejemplo, exige un tremendo trabajo de muchas horas que debe ser respetado. El caso de El alcalde de Zalamea me parece bastante distinto. Es verdad que la comedia de Calderón está en verso, lo que dificulta la realización de una versión moderna, pero no es menos cierto que muchas personas podrían escribir una versión, mejor o peor, de ese texto teatral suprimiendo una frase aquí o allá, sustituyendo arcaísmos, resumiendo intervenciones, etc. Es algo que no exige tantas horas de trabajo, a mi humilde entender. Eso no quiere decir que no respete la labor de Brines en este caso concreto; simplemente que las diferentes versiones modernas de una obra clásica suelen diferir muy poco entre sí.
El caso se complica cuando me entero de que el señor Brines ha "donado" (imagino que gratis, claro) su versión al pueblo pacense de Zalamea de la Serena, que cada tercera semana del mes de agosto representa la obra de manera colectiva en una gran fiesta popular (500 voluntariosos vecinos participan como actores, ninguno es profesional). Dicha representación, una feliz idea que se materializa desde 1994, ha sido declarada de Interés Turístico Regional por la Junta de Extremadura. Mientras Brines seguramente se siente orgulloso de que su versión haga feliz a un pueblo entero, la SGAE mete sus narices en Zalamea de la Serena.
Entonces... ¿qué c... pinta la SGAE en todo esto? ¿Cuáles son los verdaderos intereses de la SGAE? ¿Proteger la cultura, como en el maravilloso caso de un pueblo entero que representa una obra de teatro de uno de los más brillantes escritores españoles? El alcalde actual debería tomar ejemplo del valor y la gallardía de Pedro Crespo, el alcalde de ficción, que no dudó en luchar contra la flagrante injusticia que se cometía en su pueblo. Y la SGAE debería explicar de una vez y de modo transparente cuánto cobra y cómo reparte lo que cobra (y si no, que haya de una vez una seria investigación oficial). Y los autores a los que la SGAE en teoría representa, deberían dar un manotazo en la mesa para que la sociedad no les tome por un grupo de aprovechados que hacen lo que más conviene a su bolsillo.
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