El sapo
 
								
				
				Cuando despertó, el sapo todavía seguía allí. Gordo, babeante, ridículo. Y sintió náuseas, náuseas del sapo, de sí misma, náuseas de veinte años de vida tirados a la basura.
 
       
		
		
	 
								
				
				Cuando despertó, el sapo todavía seguía allí. Gordo, babeante, ridículo. Y sintió náuseas, náuseas del sapo, de sí misma, náuseas de veinte años de vida tirados a la basura.
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