A los pies del caballo, el testamento de Francisco Franco
Nací en noviembre de 1974, un año antes de la muerte de Francisco Franco Bahamonde. Nunca he sentido placer especial en recordar tenebrosas épocas pasadas. Mi padre tampoco. A mi abuelo lo reclutaron para luchar en el bando nacional, y cuando regresó, nunca fue él mismo. Mi abuela tuvo graves desórdenes psiquiátricos desde aquella época. Toda la familia -excepto los dos hijos mayores- se trasladó a Asturias, donde las minas ofrecían una oportunidad para pagar las facturas del tratamiento. Mi abuelo acabó con los pulmones atascados por el wolframio. En fin, épocas duras de las que mi padre no le gusta hablar. Normalmente rehuyo las politizadas polémicas sobre la memoria histórica: respeto a quien quiere recordar, y a quien quiere olvidar. Pero el sábado pasado, visitando el museo naval de Ferrol, me encontré con una enorme estatua que antes enseñoreaba una enorme plaza pública de la ciudad: la estatua ecuestre del Generalísimo. A los pies del caballo, hay una enorme inscripción, que justifica este artículo y me hizo pensar. La inscripción dice así:
Españoles: Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio, pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida que ya sé próximo.
Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación, en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido. No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y, para ello, deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de fortaleza de la unidad de la patria.
Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte. ¡Arriba España! ¡Viva España!
Cudi, que, junto a Ana, ejerció de guía turístico por Ferrol y toda la comarca el pasado fin de semana, dijo una lacónica frase: "¡Qué cinismo!". Todos asentimos. ¿Qué significa exactamente cinismo? Cinismo (del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμός): sust. masc.: 1. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables. 2. Imprudencia, obscenidad descarada.
Vale. De verdad que no me gusta hablar de algo que no he vivido. Yo no conocí ni a Franco ni a la España de Franco, ni voy a luchar las batallas que en el pasado otros lucharon o dejaron de luchar. Y por descontado, desconozco cuál será el destino eterno del insigne ferrolano. Pero era inútil no comentar lo obvio. Que Franco hable de "justicia social" tras haber recortado tantas y tantas libertades elementales... eso es cinismo. Que hable de "cultura" tras haber arrinconado toda la cultura que le fuera ideológicamente opuesta, haber enviado al exilio (en el mejor de los casos) a tantos artistas y escritores... eso es cinismo. Que hable de "exaltación de la rica multiplicidad de las regiones de España" tras haber impuesto mil y una trabas a la expresión de la riqueza cultural vasca, gallega o catalana... eso es cinismo. Etc. Etc.
Cinismo con "salsa mesiánica" y "discurso del miedo tres delicias": los ingredientes del Dictador. Autoproclamado salvador de España, vigía ante los enemigos de la patria... Vamos... Ni siquiera el Mesías por excelencia, Jesucristo, a quien Franco nombra con insistencia, pronunció nunca un encendido discurso en el que se atribuyera de modo tan impertinente y descarado sus atribuciones salvíficas. Al contrario, cuando llegó su hora, Jesucristo no pronunció ninguna electrizante exhortación. No dijo nada. Y en vida, nunca condenó a nadie: solo -precisamente- a los religiosos de su época que se autoconsideraban la élite de la moral y la ética. Y, lo que son las cosas, al Carpintero de Nazaret sí le han seguido millones de personas, y respetado al menos otros tantos millones.
2 comentarios
profedelengua -
Por cierto, ya sé que a ti estas fechas ni fu ni fa, pero permíteme desearos una Feliz Navidaaaaaaaaad a ti y a Sole. Creo que nos veremos pronto, ¿no? No antes de que nuestro común amigo J nos envíe su tradicional SMS navideño...
akritas -
Un cordial saludo.