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ISRAelPROFEDELENGUA

Meditaciones varias

Los hijos de Abraham

Los hijos de Abraham

Una bomba que se derramaba sobre Gaza como las ramas brillantes de un árbol de navidad. Ésa fue una de las imágenes impactantes del Año Nuevo. Mientras la pólvora se usa aquí para los petardos que saludan la llegada del 2009, en la franja de Gaza la escalada bélica entre el ejército de Israel y los milicianos de Hamás parece imparable. Mi buen amigo y compañero de estudios Moncho Iglesias, poeta, traductor (ha traducido al gallego el cuento del escritor hebreo Etgar Keret "O condutor de autobús que quería ser Deus"), columnista y, en fin, inagotable aventurero-trotamundos, que ha vivido muchos años en Palestina, me invitó a una manifestación en Vigo como protesta por el "genocidio israelí". No le expliqué lo bien que quería mis reticencias a participar en estos gestos por la paz convocados por organizaciones -algunas- de dudosa credibilidad como referentes de libertad y concordia, pues las razones que pudieran tener acaban ahogándose muchas veces entre las exaltaciones de la radicalidad, insultos, proclamas incendiarias, quemas de banderas... (las imágenes del telexornal del pasado sábado 3 me dieron la razón en esto). Tampoco le expliqué lo bien que quería la parcialidad que en mi modesto juicio supone acusar de "genocidas" a los israelíes al mismo tiempo que medio se disculpa con subterfugios argumentativos a un palestino "que se ve obligado a convertirse en una bomba" (Saramago dixit). Moncho, con buen criterio y mejor intención, repuso que "non é o momento de buscar culpables, é o momento de parar este derramamento de sangue". Es cierto, Moncho. Ojalá se detenga el derramamiento de sangre. También en otras partes del mundo. Ojalá no hubiese ni tanques, ni bombas, ni seres humanos que se convierten en tanques y bombas. Ojalá los líderes se partiesen el alma por apagar los radicalismos, por encontrar el statu quo que haga posible la convivencia, en lugar de disfrazar su ineptitud y su corrupción cargando las culpas sobre el otro. Ojalá los partidos políticos fueran plataformas de intercambio de ideas, no cloacas de sectarismo. Ojalá los imanes y los rabinos interpretasen el Corán y el Tanak sin fanatismos, con el espíritu de perdón y amor de Aquel que se los reveló. Ojalá árabes palestinos y judíos no se negasen el derecho a la existencia…

Pero soy pesimista. Este capítulo llegará a su fin, pero el libro con páginas de sangre que escriben juntos israelíes y árabes-palestinos continuará indefinidamente, porque cada palabra se escribe con tinta de odio. Parece que poco o nada une a estos dos pueblos con diferencias irreconciliables. Sin embargo, quizá mucha gente desconozca que judíos y árabes comparten un mismo origen semita, más aún, son hijos de Abraham.

El relato bíblico del Génesis nos explica cómo Abraham llega a Canaán, Eretz-Israel (lo que los romanos llamaron Palestina) tras ser llamado por Dios, quien hace un pacto con él, y le promete el territorio para sus descendientes. Pero su mujer Sara no se queda embarazada y ella sugiere, “para facilitar la promesa”, que tome como esposa a su sierva Agar. Cuando ésta se queda encinta, Sara siente que se burla de ella, y trata de echarla del campamento. Pero finalmente Agar se queda y así nace Ismael, el primogénito. Pero Dios le promete a Abraham un hijo específico de Sara, con el que continuará el pacto hecho con él. Cuando nace Isaac, parecen volver los problemas domésticos: Sara no tolera unas burlas de Ismael hacia Isaac, y vuelve a pedirle a Abraham que expulse a los dos. El patriarca accede, cuando Dios le da a entender que cuidará de Ismael, y obtiene su promesa de que hará de él una gran nación. Tras la separación de sus caminos, Isaac e Ismael aún volverán a reunirse en el entierro del padre, probablemente por última vez. Isaac, casado con Rebeca, tiene dos hijos (también con notables desavenencias, por cierto): Esaú –quien al parecer se casó con una hija de Ismael- y Jacob, que engendrará doce hijos, y cuyos descendientes acabarán viviendo como esclavos en Egipto cuatrocientos años hasta su liberación, éxodo y retorno a Canaán, donde establecerán el reino de Israel. Por su parte, Ismael se establece más al sur, y tiene también doce hijos, doce príncipes, que se establecerán entre la frontera de Egipto y el golfo Pérsico, en la gran Arabia.

Bueno, éste es el relato. No hay dato alguno que revele un odio entre los dos hermanos, pese a los episodios de celos y desavenencias familiares. Aunque Dios estableció un pacto perpetuo especial con los hijos de Isaac, bendijo a los hijos de Ismael, tal y como había prometido a Abraham. Hizo de los descendientes de ambos, pueblos sabios e independientes, capaces de abanderar auténticas revoluciones científicas y culturales. Quizá la inmensidad del mundo antiguo, suficientemente grande para los dos, quizá la diáspora judía de casi 2000 años y otras circunstancias histórico-políticas evitaron los enfrentamientos. En la Al-Andalus medieval hay evidencias de la convivencia pacífica de los dos pueblos. Sin embargo, ahora, los hijos de Isaac y los hijos de Ismael se odian entre sí. Se disputan la legitimidad de su linaje, el favor divino, el derecho a la Tierra, a la Existencia. Si Abraham volviese, quizás pondría orden en este campamento, daría un azote a cada uno de sus hijos y los castigaría de cara a la pared. Incluso a riesgo de ser vilipendiado por los pseudopedagogos criminalizadores del cachete…

Queridos (¿Reyes?) Magos de Oriente...

Queridos (¿Reyes?) Magos de Oriente...

Ya hace mucho tiempo que no sé de vosotros, aunque no me extraña: ésta es la primera carta que os escribo en décadas, y hace mucho tiempo que dejé de poner las zapatillas a la vista, a la puerta de casa. Claro que tampoco pongo un tazón de chocolate y un balde de agua (para los camellos) con los que reponer fuerzas. Sí, ya sé que no es que no hagáis las cosas desinteresadamente, que bastante hacéis, sino que necesitáis un algo de fe y un mínimo de hospitalidad por nuestra parte...

Si algo puedo decir en mi favor, es que siempre he sido más partidario vuestro que del barrigudo vestido de rojo por arte y gracia de Coca-Cola. Me parece un advenedizo, un poquillo aprovechado. No es que dude de sus buenas intenciones, pero me parece un poco falso su "¡ho, ho, ho!". Desde hace tiempo su competencia es feroz. Incluso he leído por ahí que algún pedagogo recomienda eliminar directamente vuestra sacrosanta festividad para eliminar días de vacaciones y dejar los regalos en exclusiva del gordo barbudo. Para no malcriar a los niños, por lo visto, con tanto regalo. Y para que estudien más y mejor. Que acorten las vacaciones, bueno, pero, ¿eliminar el día festivo de Reyes? Ay, qué disgusto, majestades, qué disgusto...

Bueno, de todos modos, ya sabéis que no soy ningún fanático de estas fechas. Conozco el significado de la Natividad, comprendo el sentido de las letras de las canciones dedicadas al Niño, el simbolismo del oro, el incienso y la mirra... Es una hermosa historia de esperanza, de vida. Pero reconozco que se me hace cansado tanto ir y venir, tanta mala digestión de tan abundantes manducatorias (claro, y como yo no me sé controlar, que la comida me pierde, que eliminen la cena de Nochebuena...), tanta decepción porque no toca el Gordo (de momento hay salud, no pasa na’)... Pero, si no fuera por la Navidad... no vería a todos mis amigos y familiares simultáneamente, ni vería a mucha gente que ha formado parte de mi vida (ex-compañeros de Facultad, ex-compañeros de Oposición...), ni tendría la esperanza de hacerme millonario, ni recibiría el tradicional SMS de Juanjo, que siempre dibuja en mí una buena sonrisa...

En fin... ¡Ah! Que me deje de rodeos... Que qué quiero yo de regalo... Se ve que estáis apuradillos de tiempo, que estáis acostumbrados a la típica petición concreta y no a tanto rollo... Pues nada, no es que quiera nada. Quizá aprender a contentarme, a apreciar lo que tengo, que no es poco. De todos modos, esta carta no era para pedir ningún regalo, simplemente me apetecía charlar...

A los pies del caballo, el testamento de Francisco Franco

Nací en noviembre de 1974, un año antes de la muerte de Francisco Franco Bahamonde. Nunca he sentido placer especial en recordar tenebrosas épocas pasadas. Mi padre tampoco. A mi abuelo lo reclutaron para luchar en el bando nacional, y cuando regresó, nunca fue él mismo. Mi abuela tuvo graves desórdenes psiquiátricos desde aquella época. Toda la familia -excepto los dos hijos mayores- se trasladó a Asturias, donde las minas ofrecían una oportunidad para pagar las facturas del tratamiento. Mi abuelo acabó con los pulmones atascados por el wolframio. En fin, épocas duras de las que mi padre no le gusta hablar. Normalmente rehuyo las politizadas polémicas sobre la memoria histórica: respeto a quien quiere recordar, y a quien quiere olvidar. Pero el sábado pasado, visitando el museo naval de Ferrol, me encontré con una enorme estatua que antes enseñoreaba una enorme plaza pública de la ciudad: la estatua ecuestre del Generalísimo. A los pies del caballo, hay una enorme inscripción, que justifica este artículo y me hizo pensar. La inscripción dice así:

Españoles: Al llegar para mí la hora de rendir la vida ante el Altísimo y comparecer ante su inapelable juicio, pido a Dios que me acoja benigno a su presencia, pues quise vivir y morir como católico. En el nombre de Cristo me honro y ha sido mi voluntad constante ser hijo fiel de la Iglesia, en cuyo seno voy a morir. Pido perdón a todos, como de todo corazón perdono a cuantos se declararon mis enemigos, sin que yo los tuviera como tales. Creo y deseo no haber tenido otros que aquellos que lo fueron de España, a la que amo hasta el último momento y a la que prometí servir hasta el último aliento de mi vida que ya sé próximo.

Quiero agradecer a cuantos han colaborado con entusiasmo, entrega y abnegación, en la gran empresa de hacer una España unida, grande y libre. Por el amor que siento por nuestra patria, os pido que perseveréis en la unidad y en la paz y que rodeéis al futuro rey de España, don Juan Carlos de Borbón, del mismo afecto y lealtad que a mí me habéis brindado y le prestéis, en todo momento, el mismo apoyo de colaboración que de vosotros he tenido. No olvidéis que los enemigos de España y de la civilización cristiana están alerta. Velad también vosotros y, para ello, deponed frente a los supremos intereses de la patria y del pueblo español toda mira personal. No cejéis en alcanzar la justicia social y la cultura para todos los hombres de España y haced de ello vuestro primordial objetivo. Mantened la unidad de las tierras de España, exaltando la rica multiplicidad de sus regiones como fuente de fortaleza de la unidad de la patria.

Quisiera, en mi último momento, unir los nombres de Dios y de España y abrazaros a todos para gritar juntos, por última vez, en los umbrales de mi muerte. ¡Arriba España! ¡Viva España!

Cudi, que, junto a Ana, ejerció de guía turístico por Ferrol y toda la comarca el pasado fin de semana, dijo una lacónica frase: "¡Qué cinismo!". Todos asentimos. ¿Qué significa exactamente cinismo? Cinismo (del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμός): sust. masc.: 1. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables. 2. Imprudencia, obscenidad descarada.

Vale. De verdad que no me gusta hablar de algo que no he vivido. Yo no conocí ni a Franco ni a la España de Franco, ni voy a luchar las batallas que en el pasado otros lucharon o dejaron de luchar. Y por descontado, desconozco cuál será el destino eterno del insigne ferrolano. Pero era inútil no comentar lo obvio. Que Franco hable de "justicia social" tras haber recortado tantas y tantas libertades elementales... eso es cinismo. Que hable de "cultura" tras haber arrinconado toda la cultura que le fuera ideológicamente opuesta, haber enviado al exilio (en el mejor de los casos) a tantos artistas y escritores... eso es cinismo. Que hable de "exaltación de la rica multiplicidad de las regiones de España" tras haber impuesto mil y una trabas a la expresión de la riqueza cultural vasca, gallega o catalana... eso es cinismo. Etc. Etc.

Cinismo con "salsa mesiánica" y "discurso del miedo tres delicias": los ingredientes del Dictador. Autoproclamado salvador de España, vigía ante los enemigos de la patria... Vamos... Ni siquiera el Mesías por excelencia, Jesucristo, a quien Franco nombra con insistencia, pronunció nunca un encendido discurso en el que se atribuyera de modo tan impertinente y descarado sus atribuciones salvíficas. Al contrario, cuando llegó su hora, Jesucristo no pronunció ninguna electrizante exhortación. No dijo nada. Y en vida, nunca condenó a nadie: solo -precisamente- a los religiosos de su época que se autoconsideraban la élite de la moral y la ética. Y, lo que son las cosas, al Carpintero de Nazaret sí le han seguido millones de personas, y respetado al menos otros tantos millones.

60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos

Lo que no se entiende es que los Derechos Humanos de Uno son los Deberes Humanos del resto. Mientras esto no se entienda, desgraciadamente la Declaración no será más que papel mojado. ¿Un resumen para no leerla entera? Por ejemplo, "Ama a tu prójimo como a ti mismo". Lo que ocurre es que la naturaleza del hombre va por otros derroteros, igual que la cabra tira para el monte. Pero no seamos pesimistas en un día como hoy y pensemos en los artículos de la Declaración. Al menos como un espejo donde mirar nuestras vergüenzas. Para ayudarnos, los alumnos de 4º D, bajo la batuta de Serafín, han realizado un bonito trabajo que podéis consultar en su blog. Oiréis sus voces recitando los primeros artículos.

Deporte y política, mal cóctel


Fotografía de Reuters para el Diario Marca. La única bandera no española que ondea es la gallega.

Estoy un poco cabreado, y eso que España acaba de proclamarse Campeona de Europa. Cuando el árbitro del último partido de la Eurocopa pitó el final, me levanté del sofá como un poseso y me abracé a mis amigos: ¡España había ganado! Soy un futbolero empedernido, sufrido celtista para más señas, poco acostumbrado a degustar las mieles del éxito deportivo. Así que fuimos a celebrarlo, con el claxon a todo meter. Entonces unos tipos que paseaban por la acera portando una bandera de Galicia con una estrella roja en el centro me regalaron un corte de mangas. Vaya. Se me bajó un poco la euforia. A mí no se me hubiese pasado por la cabeza que saludar el triunfo de la selección de fútbol de España -en la que participan jugadores de todo el Estado- pudiese suponer una ofensa para ningún gallego. Pues sí. De acuerdo, hay gente que tiene ideas diversas respecto a la idea de Galicia y de España, es muy respetable e incluso saludable. Pero, por favor...

...déjenme en paz, frustrados antiespañolistas y rancios españolistas . Pueden ustedes quemar banderas si así sus vidas tienen más sentido, pero, por favor, no me toquen el fútbol...

Quevedo y el Photoshop

El dominio de la palabra de Quevedo fue simplemente grandioso. Creo que nadie se le puede comparar, ni siquiera Cervantes, en este sentido. Quevedo, el genio del lenguaje, era también un hombre desengañado. De hecho, es esta faceta la que le empujó a crear sus mejores páginas. Por ejemplo, el ensayo en forma narrativa de El mundo por de dentro, en el que Desengaño, viejo venerable en sus canas, maltratado, roto por mil partes el vestido y pisado; no por eso ridículo, antes severo y digno de respeto, guía a Quevedo a la calle mayor del mundo, la calle de la hipocresía, en la que no hay nadie casi que no tenga, si no una casa, un cuarto o un aposento. Diferentes personajes en diferentes situaciones son "desenmascarados" por el Desengaño. La última de la lista es una mujer hermosa, que iba escondiendo el rostro a los que ya lo habían visto y descubriéndolo a los que estaban despistados. [...] Los cabellos, martirizados, hacían sortijas a las sienes. El rostro era nieve y grana y rosas que se conservaban en amistad esparcidas por labios, cuello y mejillas; los dientes trasparentes; y las manos, que de rato en rato nevaban el manto, abrasaban los corazones. El talle y paso ocasionando pensamientos lascivos; tan rica y galana como cargada de joyas recibidas y no compradas.

Quevedo pierde el sentido: "¡Qué ojos tan hermosos honestamente! ¡Qué mirar tan cauteloso y prevenido en los descuidos de una alma libre! ¡Qué cejas tan negras, esforzando recíprocamente la blancura de la frente! ¡Qué mejillas, donde la sangre mezclada con la leche engendra lo rosado que admira! ¡Qué labios encarnados, guardando perlas que la risa muestra con recato! ¡Qué cuello! ¡Qué manos! ¡Qué talle! Todos son causa de perdición y juntamente disculpa del que se pierde por ella."

El Desengaño le reprende: "Hasta agora te juzgaba por ciego y agora veo que también eres loco [...] Pues sábete que las mujeres lo primero que se visten en despertándose es una cara, una garganta y unas manos, y luego las sayas. Todo cuanto ves en ella es tienda y no natural. ¿Ves el cabello? Pues comprado es y no criado. Las cejas tienen más de ahumadas que de negras, y si como se hacen cejas se hicieran las narices, no las tuvieran. Los dientes que ves, y la boca, era de puro negra un tintero y a puros polvos se ha hecho salvadera. La cera de los oídos se ha pasado a los labios y cada uno es una candelilla. ¿Las manos, pues? Lo que parece blanco es untado. ¡Qué cosa es ver una mujer que ha de salir otro día a que la vean, echarse la noche antes en adobo y verlas acostar las caras hechas cofines de pasas, y a la mañana irse pintando sobre lo vivo como quieren! ¡Qué es ver una fea o una vieja querer, como el otro tan celebrado nigromántico, salir de nuevo de una redoma! ¿Estáslas mirando? Pues no es cosa suya. Si se lavasen las caras no las conocerías. Y cree que en el mundo no hay cosa tan trabajada como el pellejo de una mujer hermosa, donde se enjugan y secan y derriten más jalbegues que sus faldas. Desconfiadas de sus personas, cuando quieren halagar algunas narices, luego se encomiendan a la pastilla y al sahumerio o aguas de olor, y a veces los pies disimulan el sudor con las zapatillas de ámbar. Dígote que nuestros sentidos están en ayunas de lo que es mujer y ahítos de lo que le parece. Si la besas te embarras los labios; si la abrazas, aprietas tablillas y abollas cartones; si la acuestas contigo, la mitad dejas debajo la cama en los chapines; si la pretendes te cansas; si la alcanzas te embarazas; si la sustentas te empobreces; si la dejas te persigue; si la quieres te deja."

¡Qué grande, Quevedo! ¡Qué increíble tu pluma! Y qué actual... Porque el artificio, el triunfo de las apariencias, no es cosa del siglo XVII, de una época o de un lugar, es un asunto atemporal. Y hoy, las nuevas tecnologías y el Photoshop se alían con las campañas publicitarias de las grandes marcas para disfrazar la realidad, seducir al consumidor y engordar sus listas de resultados.

Yo ahora veo con otros ojos las fotografías que aparecen en las portadas de las revistas. Pero no hace falta hablar solo del marketing "de alto standing": basta con comprobar los datos que dicen -papá, regálame unas tetas por mi cumpleaños- que España es el lugar donde más operaciones de cirugía estética se realizan, basta con analizar el éxito de la industria cosmética, basta con observar lo cotizados que están los asesores de imagen, basta con saber cuántos minutos debe levantarse antes una mujer para prepararse a conciencia y estar "divina de la muerte", basta con ver la babosa estupidez con la que los hombres nos damos la vuelta al ver unos pechos realzados por un wonderbra...

El mundo no ha cambiado tanto, solo la tecnología que lo mueve. Si Quevedo manejase Photoshop, seguro que firmaría esto:

Don Quijote, árbitro.

Foto de Martín Mesa

Ángel Jiménez es tocayo... Esto es, es profesor de Lengua castellana, como el que escribe. Pero tiene una doble peculiaridad: es árbitro y es implacable con el insulto. Y no me refiero a los jugadores, ya que el propio reglamento lo prohíbe, sino a los aficionados. Al primer insulto de la grada, Ángel habla con los delegados; al segundo, con la policía; al tercero, suspende el partido. Y dice que jamás ha tenido que llegar a esto último. Un tipo que va contracorriente, un don quijote del fútbol y del respeto de la palabra. Chapeau para ti, Ángel.

Os transcribo parte del artículo del diario 20minutos de Raúl R. Vega, de hoy, 5 de octubre:

«¿Imaginas a 12.000 personas insultando a Nadal? El gamberro que insulta en el fútbol se calla en el tenis». Ángel, malagueño de 31 años, pita partidos de fútbol base desde 2006. Regresó al arbitraje convencido de poder cambiar algo: «En mis partidos de fútbol nadie insulta a nadie, no lo permito. Antes de comenzar, reúno a todos y les digo que quiero que se respeten, que jueguen con deportividad». ¿Y si no le hacen caso? «Al primer insulto que escucho en el campo o la grada, advierto a los delegados; al segundo llamo a la policía, y al tercero, suspendo el partido». ¿Cuantas veces ha llegado ese tercer aviso? «Ninguna vez». Las explicaciones de este árbitro contranatura tienen base lógica: «Parece que la costumbre tiene que ser ley, y no es así; como en el fútbol siempre se ha insultado nada tiene que cambiar, y eso es por la cultura de este deporte. ¿Imaginas a 12000 personas insultando a Rafa Nadal? El gamberro que insulta en el fútbol se calla en el tenis. Cuando el fútbol empobrece al ser humano, mal vamos...». Cuesta creer en este mundo feliz y Ángel sabe que predica en el desierto, pero está convencido: «Mis amigos me llaman loco, pero la razón está conmigo y creo que el fútbol puede cambiar en un futuro. También hace unos años las mujeres no tenían derecho a votar...».

Paradójicamente, un juez en Brasil ha dictado una sentencia contraria a la relamación de un árbitro, en base a que "en el fútbol es natural, siendo incluso parte de la cultura de nuestro pueblo, la expresión de insultos de todas las especies, involucrando hinchas, jugadores, técnicos, árbitros e incluso dirigentes. Lo que no es común es que no haya insultos en un partido" (véase El País de hoy). Pues nada, yo digo que tienes razón, Ángel, eres un ejemplo. Estoy seguro de que si a los críos pequeños, en vez de reírles los insultos y tacos que sueltan, se les diese una buena regañina, aprenderían una valiosa lección para el resto de su vida... (claro que también hay que predicar con el ejemplo, lógico...).

El alcohol perjudica seriamente... el arbitraje

Este vídeo seguro que ya lo habéis visto, no creo que haya canal de televisión del mundo que no lo haya emitido... En él un árbitro de fútbol bielorruso, Sergei Shmolik para más señas, exhibe ante jugadores y espectadores una solemne cogorza. Se ve que en el descanso el tipo se pasó con el vodka. Como no se tenía en pie, el trencilla trató de fingir una lesión de espalda, pero está claro que no se trataba de una lumbalgia... Se pueden escuchar perfectamente los jaleos y risas del público, que ya veía como el señor Shmolik se limitaba a pasear descoordinadamente por el círculo central, gesticulando de manera extraña y soplando su silbato sin coherencia alguna.

La cosa sucedió curiosamente en Bielorrusia, y digo lo de "curiosamente" porque es un país que llevo en el corazón, pues pasé tres años de mi vida allí. La gente puede resultar en algunos casos algo fría y desconfiada, pero enseguida te abre las puertas de su casa y de su corazón, y ahí ves su enorme sencillez, pureza, amabilidad. También gusta el fútbol, cómo no, pero el arte del balompié no es tan popular como el arte del vodka. Recuerdo como una tarde después de un concierto de música clásica, todo cultura y sensibilidad artística, el director de orquesta se reunió con los profesores de la facultad de español, y de su maletín sacó con toda la naturalidad del mundo... una botella de vodka. El vodka, servido solo, acompañado de unos canapés de salchichón o de lo que se tercie, forma parte de cualquier celebración en la vida social bielorrusa; de hecho, rechazar una invitación casi es un insulto... Se trata de un elemento tradicional de socialización: el propio brindis es un tema muy, muy serio. Alguien se levanta con el vaso en alto, brindando por el reencuentro... todos beben al unísono. Un poco más tarde, otro se levanta, vaso en alto, brindando por la amistad, por el futuro... todos beben al unísono. Un tercero se levanta aún, para brindar por el amor... todos beben al unísono. Nunca se debe beber solo: quizá esa es la diferencia entre el desgraciado alcohólico de rostro amarillento por la cirrosis que vagabundea por las calles y el bebedor social. No sé a qué grupo pertenecería este árbitro... pero está claro que el alcohol no es un buen acompañante cuando tienes que arbitrar un partido de fútbol, o hacer cualquier cosa que requiera tus cinco sentidos en plena forma...

Por cierto, la Federación bielorrusa ha suspendido indefinidamente al árbitro. Y es que, para bien o para mal, todo lo que hacemos tiene consecuencias...

La Biblia del Oso

La Biblia del Oso

Mientras escribo este artículo la tele está encendida: "Indiana Jones y la última cruzada". Casualmente oigo una frase que George Lucas, el guionista de la película, pone en boca del padre de Indiana (personaje interpretado por Sean Connery), en el momento en el que discute con un oficial nazi: "Los cretinos que andan como usted a paso de ganso deberían leer libros en vez de quemarlos". Y precisamente estaba pensando yo en el detestable vicio del hombre de quemar libros en lugar de leerlos, de someter a otros seres humanos, de imponer sus dogmas y opiniones sobre ellos.

Acaba de terminar la Semana de la Biblia, y quiero acordarme de la primera Biblia íntegra traducida al castellano directamente desde las lenguas originales: la Biblia del Oso. La Biblia del Oso (en su portada se ve la imagen de un oso comiendo miel) apareció en 1569, y constituyó una de las obras cumbres del brillante humanismo español del siglo XVI, por el esfuerzo científico, la calidad del lenguaje y la fidelidad de la traducción. Casiodoro de Reina pasó doce años de su vida con esta titánica labor, hasta que la Biblia vio la luz en... Basilea, Suiza. ¿Por quéno en Toledo, Salamanca, Sevilla, Barcelona...? Porque Casiodoro de Reina tuvo que huir de la Santa Inquisición.

Pocos años después del Concilio de Trento, en 1559 se desató una gran represión del luteranismo en España por parte de la Santa Inquisición.Casiodoro de Reina y otros monjes del monasterio jerónimo de San Isidoro del Monte de Sevilla habían simpatizado con muchas de las ideas reformistas de Lutero y fueron acusados de herejes. Fue el año en que se creó el Índice de Libros Prohibidos, que contenía nombres de autores cuyas obras estaban prohibidas en su totalidad, obras aisladas de otros autores o anónimas y también un detallado repertorio de los capítulos, páginas o líneas que debían ser cortados o tachados. Esta labor correspondía a los "bibliotecarios", que debían ocuparse de ellas antes de dejar los libros en manos de los lectores. Erasmo, Rabelais, LaFontaine, Descartes, Pascal, Montesquieu, Copérnico, Kepler, Hume, Kant, Zola, Balzac, Victor Hugo... entre otros muchos, llegaron a formar parte de la lista negra del Índice, que no desapareció hasta 1966. Cervantes mismo tuvo que suprimir del Quijote (2ª parte, capítulo 36) la frase «…las obras de caridad que se hacen tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada.».

Casiodoro de Reina, cuyo nombre también formaría parte del Índice, creía firmemente en la necesidad de que las Escrituras fuesen traducidas al castellano, y que cada cual tuviese la oportunidad de leerlas por sí mismo, sin prejuicios, sin intermediarios. Eso quiere decir que Casiodoro de Reina creía en la libertad de conciencia y en la libertad de expresión como medios inexcusables para llegar a la verdad. El precio que pagó él fue la persecución y una patria perdida; el precio que pagó España por esa "quema de libros" no fue sólo que durante muchos años la Biblia del Oso, un tesoro de la filología hispana, no pudo ser leída, sino que, al "despedir" a una generación entera de brillantísmos eruditos, perdió casi trescientos años en su renovación cultural, científica e intelectual.

Nunca quemes un libro, aunque no te guste. El tuyo podría ser el siguiente.

 

Celso Emilio Ferreiro e a maldición de Babel

Celso Emilio Ferreiro e a maldición de Babel

Hai uns días celebrouse en toda Galicia o Día das Letras Galegas, un Día que no noso centro convertiuse nunca auténtica festa da mente e dos sentidos, da que disfrutamos todos os membros da comunidade educativa baronceliana. Eu levaba tempo barallando escribir unhas pequenas reflexións que me rondaban a mente, e hoxe paréceme un bo día para compartilas convosco, non antes de sumarme á homenaxe, non ó galego coma lingua, que coma lingua non sente nin padece, senón ós milleiros de homes e mulleres –eses que sí sentiron e padeceron- que polo sinxelo feito de falar galego, foron mal vistos ou mesmo desprezados polos seus veciños, e ignorados ou mesmo perseguidos polas administracións que os gobernaban. Por iso intelectuais do século XX coma Castelao, Risco, Cabanillas… xunto con outros de menos relevancia pública, deben ser valorados coma merecen, máis que polos seus ideais políticos (que cada quen é libre de compartir ou non) pola súa loita a prol da dignidade dos galegofalantes. Hoxe a Constitución e o Estatuto amparan esta dignificación, e están obrigadas a garantir os dereitos de todos os galegos, falen a lingua que falen, pero iso seguirá sendo papel mollado mentres haxa unha persoa que se avergoñe de falar o galego, ou haxa unha persoa que humille a outra por falar galego.

A maioría dos habitantes do Castro de Baronceli, e entre eles os xornalistas que fan posible LaGaZetaDeTerZero, teñen coma lingua nai o galego, e empregan o galego con naturalidade alá onde van. O orgullo de ser coma un é, de non renunciar ás raíces, de falar a lengua dos antergos, son alicerces fundamentais sobre os que crecer coma persoas. Diso vai un pouco o famoso -e fermoso- poema "Deitado frente ao mar", de Longa noite de pedra, de Celso Emilio Ferreiro, que tamén foi recitado durante a pasada Romaría Popular do Baronceli. Ferreiro di respecto a lingua galega: " eu fáloa porque sí, porque me gosta, porque me peta e quero e dame a gaña". A verdade, non se me ocorre mellor xustificación para falar unha lingua. Perfecto. Pero Ferreiro uns versos máis abaixo arremete contra os seus propios compatriotas que se avergoñan de falar o galego chamándoos "patufos desleigados, pequenos mequetrefes sen raíces". Podo entender a euforia patriótica, a reprimenda contra a diglosia tan extendida, o chamamento ó orgullo da lingua, pero... ¿un galego castelánfalante é un "patufo desleigado"? ¿"Un pequeno mequetrefe sen raíces"? ¿Non é isto xulgar a alguen pola lingua que usa?

Un dos maios que fixeron os alumnos do Baronceli recordoume estes versos de Celso Emilio: No noso instituto / falamos galego / algúns profesores / non queren facelo. / Din que é mellor / falar castelán / o galego é bruto / e soa fatal. // Que non se confundan / que é o noso idioma / falámolo na casa / e tamén na escola. O espírito da copla está afortunadamente ben lonxe do enfermizo autoodio tradicional dos galegofalantes doutras xeracións, pero pásase co entusiasmo, cando acusa a algúns profesores de teren graves prexuicios sobre o galego, prexuicios que me custa moito crer en persoas ás que se lles presume un nivel cultural alto. Se é así, dende logo, estes mestres debían tomar a súa xornada de reflexión particular; pero eu coido que non hai tal, mais ben que, ó contrario, a copla cae precisamente no prexuicio que quería atacar: todo o que non fale galego é antigalego, ou coma pouco é un desnaturalizado que deshonra a memoria dos nosos devanceiros... Outra vez, xulgar as persoas pola lingua que usan, e non polo que din con elas.

Como vemos, a verdadeira normalidade na convivencia dos falantes de galego e de castelán aínda está por chegar. Nesta “guerra das linguas” que ás veces azouta o noso vivir diario todos saemos perdendo, os que falamos galego e os que falamos castelán. É infantil e vaidoso que ante a chea de problemas da nosa sociedade, que necesitan de toda a nosa concentración, colaboración e solidariedade, esta “guerra das linguas” ocupe tantas horas de análises e discusións, e que estas polémicas estén viciadas por posturas políticas máis ou menos enquistadas dun signo ou doutro. Pero a realidade é que ós máis xóvenes, ós representantes das futuras xeracións de avogados, albaneis, xornalistas, mecánicos... todavía pódeselles escoitar que fulano que fala castelán é un “pijo” e que mengano que fala galego é un “paleto”, estigmas que -repito- tratan de clasificar as persoas non polo que din, senón polo idioma que usan para dicilo.Nestas circunstancias, o noso labor como educadores segue a ser fundamental, en tanto que debemos correxir estes prexuicios e en ningún caso fomentar complexos, diglosias, aversións ou conflictividades de tipo ningún.

Unha perspectiva que sen querelo favorece esta belicosidade lingüística vén de aplicárselles ás linguas unha categoría que na miña humilde opinión non teñen. As linguas non son tanto un ben cultural en sí mesmas coma un instrumento para espallar a cultura; as linguas non son tesouros de sabedoría en sí mesmas, son formas de informarnos e coñecernos máis os uns ós outros; as linguas non son etiquetas políticas, senón medios para acadar acordos; as linguas non son divinidades que adorar, senón xeitos de expresar a nosa humanidade: os nosos medos e os nosos soños, os nosos gozos e as nosas penas. Por contra, imaxinemos dous albaneis en pé, discutindo días enteiros se para levantar un tabique esta paleta é mellor que aquela, cando poderían coller cada un cadansúa paleta, colaborar, levantar a parede nun cuarto de hora e adicar ó resto do día a facer o que lles petase. As linguas seguen sendo obxectivamente unha ferramenta de comunicación, a máis valiosa, pero nunca serán máis importantes que as persoas, que o bo ou o malo que todos nós poidamos facer. Cadaquén é libre de elixir a lengua que quere falar, mesmo o momento no que quere falar unha ou outra, e ten ademáis o dereito e o deber de elixir sen prexuicio ningún, sen presión ningunha, segundo as súas circunstancias, os seus interes...

No noso contexto, aínda que son innegables as oscuras circunstancias políticas do pasado que contribuiron a un bilingüismo pouco ou nada harmónico, coido que na actualidade, nesta nova sociedade da información, nesta aldeíña global, o devandito bilingüismo non debe ser considerado unha carga, un problema ou unha preocupación, senón unha riqueza, en canto aumenta as nosas posibilidades potenciais de comunicación. Se o bilingüismo (o trilingüismo, o tetralingüismo…) é un obstáculo para a nosa convivencia, en troques de ser unha sorte e unha bendición, entón non seremos nunca quen de levantar unha triste parede, de loitar por un mesmo obxectivo, e seguiremos por sempre coa maldición de Babel, cando o feito de falar linguas diferentes foi un inconvinte insuperable para que os homes puidesen levantar a Torre, o soño común que todos os homes tiveran, no que todos os homes puxeran os seus esforzos e as súas esperanzas.

27 de marzo: Día Mundial del Teatro

27 de marzo: Día Mundial del Teatro

Pues felicidades, Teatro, ya que hoy es tu día... aunque quien sabe cuándo es tu cumpleaños, pues eres tan antiguo como el propio ser humano... Hoy a la estatua de Don Ramón María del Valle-Inclán, le han puesto una bufanda blanca. Hermoso gesto, aunque seguramente a la mierda mandaría la blanca bufanda Don Ramón María, bueno era él para esas sandeces. Él agradecería más que de cuando en cuando limpiaran su estatua de las cagadas de las palomas...

Bueno, haré que soplo yo las velas, pido un deseo. Deseo que todas las personas tengan alguna vez el coraje de subirse a un escenario, y que las manos les suden ante la inminencia del inicio, y que el corazón palpite alocado, y que sientan el aliento de los espectadores a sus pies, y que se abra el telón, y...

¡Qué lastima, aquellos que nunca han vivido esa fabulosa experiencia al menos una vez! Y no lo digo solo por el disfrute de la sensación; lo digo porque probablemente aquellos que no han sido actores ocasionales ni una sola vez, son incapaces de cualquier empatía, no saben ponerse en la piel de otro...