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ISRAelPROFEDELENGUA

Invierno en el "Baronceli"

Una estampa más propia de una novela de Allan Poe, ¿verdad?

"A Jarifa, en una orgía", de Espronceda

"A Jarifa, en una orgía", de Espronceda

La curiosidad que despertó en mis alumnos este título tan poco ortodoxo (revisábamos la vida y obra de José de Espronceda (1808-1842), hizo que les propusiera para el día siguiente la lectura de tan orgiástico poema... Yo no lo conocía, y aunque no estará en mi lista de favoritos, creo que merece la pena escribir una pequeña reseña, dado lo fácil que les resultó a los alumnos identificarse con las cuitas del yo lírico...  Una primera lectura silenciosa no les fue suficiente para comprender el poema; tras una lectura expresiva en voz alta por parte de un servidor, con las preceptivas paradas para las pertinentes explicaciones, la cosa resultó mejor. 

Empieza de manera intensa, como podéis ver. El yo lírico -hecho un mar de lava hirviente- busca los labios consoladores de Jarifa, aunque en ellos palpiten los besos de amantes de ayer. Pero, ¿es de Jarifa de quien está enamorado? ¿Una prostituta quizá? La tópica amorosa invita a creer que así es. Pero los siguientes versos están llenos de reproches, de crudo escepticismo respecto al sentimiento amoroso (¿qué la virtud, [...], qué la verdad?). Y a continuación el yo lírico busca anular todos sus recuerdos (Dadme vino: en él se ahoguen mis recuerdos; aturdida sin sentir huya la vida). Finalmente, es a la propia mujer cuyos besos antes buscaba, a la que parece despreciar (Huye, mujer; te detesto). Clama contra ella, y contra todo el género femenino en general (¡Siempre igual! Necias mujeres):

Trae, Jarifa, trae tu mano,
ven y pósala en mi frente,
que en un mar de lava hirviente
mi cabeza siento arder.               
Ven y junta con mis labios 
esos labios que me irritan,
donde aún los besos palpitan
de tus amantes de ayer.

¿Qué la virtud, la pureza?
¿qué la verdad y el cariño? 
Mentida ilusión de niño,
que halagó mi juventud.
Dadme vino: en él se ahoguen
mis recuerdos; aturdida
sin sentir huya la vida;               
paz me traiga el ataúd.

El sudor mi rostro quema,
y en ardiente sangre rojos
brillan inciertos mis ojos,
se me salta el corazón.               
Huye, mujer; te detesto,
siento tu mano en la mía,
y tu mano siento fría,
y tus besos hielos son.
              
¡Siempre igual! Necias mujeres, 
inventad otras caricias,
otro mundo, otras delicias,
o maldito sea el placer.
Vuestros besos son mentira,
mentira vuestra ternura:               
es fealdad vuestra hermosura,
vuestro gozo es padecer. 

El yo lírico expresa su ansia de amor divino, ideal, extraordinario y verdadero (romántico, pues):

Yo quiero amor, quiero gloria,
quiero un deleite divino,
como en mi mente imagino,               
como en el mundo no hay;
y es la luz de aquel lucero
que engañó mi fantasía,
fuego fatuo, falso guía
que errante y ciego me tray.              

¿Por qué murió para el placer mi alma,
y vive aún para el dolor impío?
¿Por qué si yazgo en indolente calma,
siento, en lugar de paz, árido hastío?
              
Lo que no entiende de sí mismo el yo lírico es por qué sigue, de modo irracional, atrapado por el deseo de amar, por el fingimiento de amores y placeres:

¿Por qué este inquieto, abrasador deseo? 
¿Por qué este sentimiento extraño y vago,
que yo mismo conozco un devaneo,
y busco aún su seductor halago?
              
¿Por qué aún fingirme amores y placeres
que cierto estoy de que serán mentira?               
¿Por qué en pos de fantásticas mujeres
necio tal vez mi corazón delira,
              
si luego, en vez de prados y de flores,
halla desiertos áridos y abrojos,
y en sus sandios o lúbricos amores               
fastidio sólo encontrará y enojos? 

Hace balance de lo que ha sido hasta ahora su experiencia amorosa, sus altas expectativas y su absoluta frustración al no verlas cumplidas (encontré mi ilusión desvanecida y eterno e insaciable mi deseo: palpé la realidad y odié la vida: solo en la paz de los sepulcros creo):

Yo me arrojé cual rápido cometa,
en alas de mi ardiente fantasía:
doquier mi arrebatada mente inquieta,
dichas y triunfos encontrar creía.               

Yo me lancé con atrevido vuelo
fuera del mundo en la región etérea,
y hallé la duda, y el radiante cielo
vi convertirse en ilusión aérea.
              
Luego en la tierra la virtud, la gloria, 
busqué con ansia y delirante amor,
y hediondo polvo y deleznable escoria
mi fatigado espíritu encontró.
              
Mujeres vi de virginal limpieza
entre albas nubes de celeste lumbre;               
yo las toqué, y en humo su pureza
trocarse vi, y en lodo y podredumbre.
              
Y encontré mi ilusión desvanecida
y eterno e insaciable mi deseo:
palpé la realidad y odié la vida;               
sólo en la paz de los sepulcros creo.

Se siente presa de sus contradicciones y concluye que la vida no es más que un tormento del cual solo quiere descansar. Renuncia incluso a sentir (En mí muera el sentimiento):

Y busco aún y busco codicioso,
y aún deleites el alma finge y quiere:
pregunto y un acento pavoroso
«¡Ay!» me responde, «desespera y muere.

Muere, infeliz: la vida es un tormento,
un engaño el placer; no hay en la tierra               
paz para ti, ni dicha, ni contento,
sino eterna ambición y eterna guerra.
              
Que así castiga Dios el alma osada, 
que aspira loca, en su delirio insano,
de la verdad para el mortal velada
a descubrir el insondable arcano.»
              
¡Oh! cesa; no, yo no quiero
ver más, ni saber ya nada: 
harta mi alma y postrada,
sólo anhela descansar.
En mí muera el sentimiento,
pues ya murió mi ventura,
ni el placer ni la tristura               
vuelvan mi pecho a turbar.

Las últimas estrofas están teñidas de cinismo. El yo lírico acepta finalmente un hedonismo sin mentiras ni complicaciones sentimentales, se sumerge en el estruendo del festín, se abandona a los abrazos placenteros de Jarifa, la protagonista de esta orgía que es, más que orgía, ceremonia del olvido:

Pasad, pasad en óptica ilusoria
y otras jóvenes almas engañad:
nacaradas imágines de gloria,
coronas de oro y de laurel, pasad.               

Pasad, pasad mujeres voluptuosas,
con danza y algazara en confusión;
pasad como visiones vaporosas
sin conmover ni herir mi corazón.
              
Y aturdan mi revuelta fantasía 
los brindis y el estruendo del festín,
y huya la noche y me sorprenda el día
en un letargo estúpido y sin fin.               

Ven, Jarifa; tú has sufrido
como yo; tú nunca lloras; 
mas ¡ay triste! que no ignoras
cuán amarga es mi aflicción.
Una misma es nuestra pena,
en vano el llanto contienes...

Encuentran sentido, finalmente, los versos iniciales. Jarifa es para el yo lírico una vía de escape, un regazo femenino donde buscar el consuelo y satisfacer el deseo; no puede dejar de sentir por sus falsos besos el desprecio que tiene que sentir el romántico idealista, pero al mismo tiempo tiene con ella un alto grado de empatía (tú has sufrido como yo, [...] no ignoras cuán amarga es mi aflicción). Es esta la única puerta de salida a ese nihilismo sentimental, aunque, en el fondo, sepamos que esa despreocupada orgía de vino y mujeres voluptuosas solo es un pasajero descanso para su mente y que, al amanecer, volverá a ese letargo estúpido y sin fin.

Se trata, pues, de un poema profundamente pesimista. El sello del romanticismo en general y de Espronceda en particular se muestra aquí en el idealismo, la frustración derivada de las altas expectativas, el odio por la vida y la atracción por su fin, la exaltación de la irracionalidad, la vivencia de experiencias extremas, alejadas de los estándares de comportamiento social, empatía con los seres marginados... En las reflexiones sobre la vida, el amor y las mujeres hay referencias casi quevedianas, pero Quevedo nunca fue precisamente un idealista y mucho menos un "perturbador" social... 

En fin, un poema por el cual los alumnos pueden sentirse atraídos, identificarse al menos en parte con el yo lírico. Porque, ¿quién, despechado, no ha pensado algo parecido? ¿Quién, defraudado por una frustrada experiencia amorosa, no ha sentido el deseo de apagar los recuerdos en una noche de alcohol? ¿Qué hombre no ha proclamado alguna vez su odio por la mujer, y por todas las mujeres en general? (y qué mujer no habrá pensado lo mismo respecto a los hombres ;-)

PS. En doméstica tertulia literaria sobre el poema, mi mujer le da otra interpretación al texto: el yo lírico está enamorado de Jarifa, una prostituta con la que se acuesta, pero no le corresponde; de ahí que la ame (El sudor mi rostro quema, y en ardiente sangre rojos brillan inciertos mis ojos, se me salta el corazón) y la deteste a la vez (ahí podría encajar quizá el "oddi et amo" de Catulo y Anacreonte). Él mismo, que buscó el amor en otros lugares, vería esa relación como un delirio insano, y por ello clamaría por el fin de esos sentimientos, y gozar sin complicaciones del sexo sin amor. Pero se engaña a sí mismo (Yo quiero amor, quiero gloria, quiero un deleite divino, como en mi mente imagino) y continúa de modo casi destructivo, esa relación. Mmmm...

Versión interactiva de la primera edición del "Quijote"

Versión interactiva de la primera edición del "Quijote"

Aquí está la nueva versión interactiva de la primera edición del Quijoteconservada en la Biblioteca Nacional. Contiene la primera y segunda partes completas, grabados, música de la época, reportajes interactivos y mucho más. Una auténtica gozada.

Otoño en el Baronceli

Otoño en el Baronceli

Reforma ortográfica

Reforma ortográfica

Las reformas ortográficas siempre son un tema delicadillo, son un ataque a la fuerza de la costumbre... Lo dice el propio Salvador Gutiérrez, que dice que las normas ortográficas se aprenden durante la niñez "con gran esfuerzo", de tal manera que si una palabra "pasa a escribirse sin tilde o con ella, es como si nos arrancaran algo propio de nosotros mismos". Sembrado Gutiérrez aquí, sí señor. En fin, nueva ortografía habemus. Una reforma que sí podría ser conveniente, aunque desde luego no imprescindible. Sea como fuere, ahí va un esquema con el acuerdo al que las veintidós Academias han llegado:

En fin, ahí va el resumen de la reforma:

1) Alfabeto: la y se denominará "ye"; en América deberán dejar de llamar "be alta" y "be baja" a la b y la v. La z pasará a llamarse "ceta". La ch y la ll dejan definitivamente de ser letras del alfabeto y se quedan en dígrafos.

2) Tildes: No se tildará más el adverbio solo ni los pronombres demostrativos, incluso en casos de posible ambigüedad (voy solo al cine o llega esta tarde). También se suprime la tilde en la conjunción o cuando va entre cifras (p.ej. 5 o 6). Todos los monosílabos deberán escribirse siempre sin tilde, tanto si se pronuncian como hiatos, como sucede en España, o como diptongos: guion, hui, riaisSiontruhan...

3) Latinismos: Los latinismos y las locuciones latinas serán tratados como extranjerismos puros y duros y, en aquellos casos que no se hayan adaptado a las normas ortográficas del español, se escribirán en cursiva y sin tilde: ex cathedra, casus belli, deus ex machina.

4) Unión del prefijo ex: Deberá escribirse exministro, exnovio, y no *ex ministro o *ex novio, aunque continuará escribiéndose separado cuando preceda a palabras compuestas: ex capitán general

5) Ortografías problemáticas: Se ha acordado que la escritura con q de algunas palabras (*Iraq, *Qatar, *quásar, *quórum) representa "una incongruencia con las reglas". Para evitarla han decidido escribirlas con c o con k, según los casos: Irak, Catar, cuásar, cuórum. Quienes prefieran la grafía originaria, tendrán que hacerlo como si fueran extranjerismos crudos y escribirlas en cursiva y sin tilde (quorum).

Feliz cumpleaños, Miguel Hernández

Feliz cumpleaños, Miguel Hernández

Hoy hubieses cumplido cien años, si te hubiesen respetado el paso del tiempo, el odio de los hombres...

Como tú escribiste a tu hijo en ese cuento, yo también digo:

"Llévame caballo pequeño,
a la gran ciudad del sueño".

Juramento hipocrático

Viendo un capítulo de Anatomía de Grey, me impresionó el momento final cuando el personaje de Richard Webber (interpretado por James Pickens Jr.), que en ese momento ha perdido su puesto como cirujano jefe para someterse a una terapia para su alcoholismo, cita emocionado el juramento hipocrático como conclusión a una conferencia. Imaginando que "médico" se sustituía por "profesor", y "paciente" por "alumno", también tuve por un momento la tentación de aplaudir, de levantar la mano derecha y decir "Sí, juro". Recordar lo que somos y a qué y a quiénes nos debemos es constante tarea, no sólo de los médicos, sino también de los docentes. Nos honraremos a nosotros mismos si somos los primeros en honrar lo que hacemos. Hemos de agradecer, desde luego, tener las mejores condiciones para desempeñar nuestro trabajo, pero no hemos de supeditar la dignificación de nuestra profesión a cobrar más o menos euros o a tener más o menos días de vacaciones. Ser maestro, profesor, es algo mucho más profundo, mucho más serio, y conlleva mucha responsabilidad. He recortado la escena y la he colgado en el blog, para tenerlo presente en los días malos...

Memorias de un día de clase

Hay veces que, al recoger los bártulos y salir de clase, uno tiene la íntima convicción de que las cosas no han ido bien, que uno no ha sabido explicar ni transmitir como hubiese querido... Es fácil darse cuenta: un alumno no puede evitar un bostezo, otro mira el reloj compulsivamente, otro fija su mirada en el infinito... Otras veces, se sale con la sensación contraria, con la intuición de haber conectado con sus alumnos, de haber dicho una frase genial que les ha dejado con la boca abierta, de haber provocado una revolución en sus neuronas...

Esta semana me ha sucedido lo segundo con mis alumnos de 4º de ESO. Espero que no creáis que soy presuntuoso por contar esta experiencia, simplemente me apetece escribir sobre ello, que no siempre vamos a hablar de cosas negativas... Durante estos días, pues, estuve simultaneando el estudio de los textos argumentativos y el de la literatura del siglo XVIII. Estuvimos trabajando un texto de Salvador Sostres, uno muy célebre titulado "Hablar español es de pobres" (aquí lo podéis consultar), que dio mucho -muchísimo- juego. Textualmente el artículo es perfecto para ser utilizado en clase: tiene una estructura clara tesis-argumento-conclusión (y en esta última, un ejemplo de anticipación al contraargumento), y una argumentación que a primera vista parece intachable, con una retahíla de datos económicos incluida. Sin embargo, pronto mis alumnos se dieron cuenta de que ese aparentemente sólido argumento era realmente una mentira, una manipulación de la realidad (es decir, una falacia). Y ello nos llevó a hablar sobre la necesidad de opinar de manera razonada, con la meta no simplemente de convencer al otro, sino la de apoyarse en el otro para llegar a tratar de descubrir la verdad que resulta de contrastar diferentes puntos de vista. "Vuestra opinión es vuestro tesoro", dejé caer casi sin pensar. Un poco teatral, lo reconozco, pero creo que comprendieron bien el objetivo de la clase: saber que, si bien somos esclavos de lo que hemos dicho, también somos dueños de lo que vamos a decir. No siempre tendremos la razón, pero cuando echemos la lengua a andar, al menos nuestras argumentaciones han de estar bien fundamentadas.   

La casualidad hizo que también estudiáramos esta semana a José Cadalso, prosista dieciochesco, destacado hombre ilustrado, y sus Cartas marruecas, un conjunto de ensayos disfrazados de correspondencia entre tres personajes: un joven marroquí que viaja por España, atento a sus gentes y a sus hábitos y costumbres, su amigo español y un anciano sabio, también marroquí. Cada carta es resultado de la reflexión sobre un tema, y fruto asimismo de un punto de vista; de modo que al final se encuentran -y complementan- tres perspectivas sobre un asunto, ofreciendo una visión global mucho más completa, mucho menos fragmentada. Fue casi un automatismo tomar un libro (otro gesto algo teatral :-): "¿Qué veis?" "Un libro". "No, veis una parte del libro. Yo veo una parte que vosotros no veis, y vosotros veis una parte que yo no veo. El libro se ve mejor si unimos nuestras dos perspectivas". Las Cartas marruecas nos llevaron de modo natural a reflexionar sobre la importancia de afrontar los problemas con perspectiva, de alejarnos un poco de ellos para entenderlos mejor, tratar de buscar los puntos de vista de otras personas porque la manera en que nosotros vemos las cosas es solo una de las posibles maneras de verlas.

"Pero eso no es fácil, cuando tienes un problema gordo". Una alumna protestó con semblante sombrío. Quizá su novio la había dejado. Y relativizar solo es sencillo cuando se trata de problemas de otras personas, y no los propios: "Es verdad, no es fácil; pero es mucho más difícil si tú llevas sola todo el peso del problema. Por eso la perspectiva de otro, la opinión, el consejo de un amigo, de un compañero, de un padre, de un profesor... complementa tu perspectiva, te puede ayudar a entender mejor el problema, y así puedes buscarle mejor una solución (si la tiene, si no, ¿qué sentido tiene preocuparse?)". Tocó el timbre, y yo salí del aula, con mis bártulos y con la sensación de -al menos ese día sí- haber dado unas buenas clases de lengua castellana y literatura.

Por el Día de la Hispanidad

Muchas páginas se han escrito sobre el encuentro (y desencuentro) de los dos mundos. "Encuentro" hoy es una palabra amable, conciliadora, pero no conviene olvidar que también ha sido y es inteligente eufemismo para "conquista", "genocidio", "explotación colonial"... Pero curiosamente no fueron los conquistadores españoles los más sangrientos, sino los criollos que después de ellos vinieron, centauros de aspecto humanoide, que se deshonraron a sí mismos a base de escupir sobre la mitad de su propia naturaleza...

Pese a las sombras de modernos caciques, mesiánicos politicastros, dictadorzuelos infames, los pueblos hispánicos son dueños de su destino. Aunque mucha sangre se haya derramado por el camino -y no hay que olvidarlo- hoy ya no lleva a ningún lado buscar culpables ni tartamudear excusas. Hay que mirar al futuro en busca de soluciones a esos males endémicos que se han instalado como sanguijuelas.

Rubén Darío expresó esta idea en un poema de 1905, difícil, monumental, pero magistral en forma y espíritu, la "salutación del optimista":

Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda,
espíritus fratemos, luminosas almas, ¡salve!
Porque llega el momento en que habrán de cantar nuevos himnos
lenguas de gloria. Un vasto rumor llena los ámbitos;
mágicas ondas de vida van renaciendo de pronto;
retrocede el olvido, retrocede engañada la muerte;
se anuncia un reino nuevo, feliz sibila sueña
y en la caja pandórica, de que tantas desgracias surgieron
encontramos de súbito, talismánica, pura, rïente,
cual pudiera decirla en su verso Virgilio divino,
la divina reina de luz, ¡la celeste Esperanza!

Pálidas indolencias, desconfianzas fatales que a tumba
o a perpetuo presidio condenasteis al noble entusiasmo,
ya veréis al salir del sol en un triunfo de liras,
mientras dos continentes, abonados de huesos gloriosos,
del Hércules antiguo la gran sombra soberbia evocando,
digan al orbe: la alta virtud resucita
que a la hispana progenie hizo dueña de siglos.

Abominad la boca que predice desgracias eternas,
abominad los ojos que ven sólo zodíacos funestos,
abominad las manos que apedrean las ruinas ilustres,
o que la tea empuñan o la daga suicida.
Siéntense sordos ímpetus en las entrañas del mundo,
la inminencia de algo fatal hoy conmueve la Tierra;
fuertes colosos caen, se desbandan bicéfalas águilas,
y algo se inicia como vasto social cataclismo
sobre la faz del orbe. ¿Quién dirá que las savias dormidas
no despiertan entonces en el tronco del roble gigante
bajo el cual se exprimió la ubre de la loba romana?
¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos
y que el alma española juzgase áptera y ciega y tullida?
No es Babilonia ni Nínive enterrada en olvido y en polvo,
ni entre momias y piedras reina que habita el sepulcro,
la nación generosa, coronada de orgullo inmarchito,
que hacia el lado del alba fija las miradas ansiosas,
ni la que tras los mares en que yace sepultada la Atlántida,
tiene su coro de vástagos altos, robustos y fuertes.

Únanse, brillen, secúndense tantos vigores dispersos;
formen todos un solo haz de energía ecuménica.
Sangre de Hispania fecunda, sólidas, ínclitas razas,
muestren los dones pretéritos que fueron antaño su triunfo.
Vuelva el antiguo entusiasmo, vuelva el espíritu ardiente
que regará lenguas de fuego en esa epifanía.
Juntas las testas ancianas ceñidas de líricos lauros
y las cabezas jóvenes que la alta Minerva decora,
así los manes heroicos de los primitivos abuelos,
de los egregios padres que abrieron el surco pristino,
sientan los soplos agrarios de primaverales retornos
y el amor de espigas que inició la labor triptolémica.

Un continente y otro renovando las viejas prosapias,
en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua,
ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos.

La latina estirpe verá la gran alba futura:
en un trueno de música gloriosa, millones de labios
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente,
Oriente augusto, en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios, la actividad infinita.
Y así sea Esperanza la visión permanente en nosotros.
¡Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda!

 

Debatiendo en clase de "Física o química"

Cuelgo unas cuantas escenas de una de las series favoritas de nuestros alumnos...

Sobre el siglo de Oro

En siete minutos, un buen repasito al Siglo de Oro español. 

Versión digital del número 4 de LaGaZetaDeTerZero

Ya podéis ver el último número de LaGaZetaDeTerZero, el número 4, correspondiente al 2010, en versión pdf. 

numero4deLaGaZetaDeTerZero

Historia del arte a través del rostro femenino

"Pieles finísimas", por Javier Marías


Un texto publicado en El País Semanal que el azar me llevó a leer en la consulta de un dentista...

Parece que cada nueva generación de jóvenes tenga la piel más fina y sea más pusilánime, y que cada nueva de padres esté más dispuesta a protegérsela y a fomentar esa pusilanimidad, en un crescendo sin fin. Los adultos, luego, se alarman ante los resultados, cuando ya es tarde: se encuentran con que tienen en sus hogares a adolescentes tiránicos que no soportan el menor contratiempo o frustración; que a veces les pegan palizas (sobre todo a las madres, que son más débiles); que zumban a policías, queman coches e intentan asaltar comisarías (oye, qué juerga) porque se les impide prolongar un ruidoso botellón más allá de las tres de la madrugada, como acaba de ocurrir en la acaudalada Pozuelo de Alarcón; que, en el peor y más extremo de los casos, violan en grupo a una muchacha de su edad o más joven, como sucedió en un par de ocasiones en Andalucía hace unos meses; y que por supuesto abandonan tempranamente los estudios, cuando aún no tienen conocimientos para trabajar en nada ni –con el galopante paro– oportunidad para ello. Esos adolescentes pusilánimes y despóticos no suelen provenir de familias marginales o pobres (aunque, como en todo, haya excepciones), sino de las medias y adineradas. Son aquellos a los que se ha podido y querido mimar; si no afectiva, sí económicamente.

Los estudiantes de la Universidad inglesa de Cambridge aún pertenecen, en su mayoría, a estas clases más o menos desahogadas, y su piel es finísima a tenor de lo que han pedido y conseguido: nada menos que acabar con una tradición de doscientos años. Han decidido que la colocación en tablones de las listas con los resultados de los exámenes finales (exámenes públicos, así se llaman) es algo “demasiado estresante” para ellos, que les provoca “angustia extra e innecesaria” y les supone una “humillación”, ya que permite a terceros enterarse de si han suspendido o aprobado, y además, si no se da uno prisa en ir a verlas, antes que los interesados. El protector profesorado ha atendido a su petición, así que a partir de ahora recibirán sus notas por e-mail o podrán consultarlas online (está por ver) cuarenta y ocho horas antes de que sean expuestas. No es difícil pronosticar que a la siguiente generación esto le parecerá insuficiente, y que exigirá que esas listas no se cuelguen en absoluto, aduciendo que esa información sólo concierne a cada cual. Los adultos, al paso que vamos, no se atreverán a contrariarlos, con lo que se perderá otra de las motivaciones de los estudiantes para aplicarse, a saber: la vergüenza de quedar ante sus colegas como burros, vagos o incompetentes.

Mientras los niños y jóvenes se tornan cada vez más caprichosos, arbitrarios, quejicas y dictatoriales, los Gobiernos intervienen para convertir en delito el cachete que los padres solían dar a sus vástagos cuando había que ponerles límites o enseñarles que ciertos actos acarrean consecuencias y castigos, es decir, lo que todo el mundo ha de aprender más pronto o más tarde, pues, que yo sepa, los castigos no han sido abolidos en nuestras sociedades. Toda la vida se ha distinguido sin dificultad entre eso, un cachete ocasional, y una paliza en toda regla por parte de un adulto a un niño, algo condenable y repugnante para casi cualquiera que no sea el palizador. Quienes han prohibido el cachete no siempre se oponen, sin embargo, a enviar a la cárcel a menores de edad si éstos cometen un delito de consideración. Es el reino de la contradicción: a un chaval no se le puede poner la mano encima bajo ningún concepto, aunque haga barbaridades y no entre en razón (su piel es finísima), pero sí se le puede meter una temporada entre rejas para hundirle la vida y que se acabe de malear. Nada es seguro, claro está, pero es posible que ni los violadores juveniles ni los fascistoides de Pozuelo hubieran llegado tan lejos si hubieran recibido, en anteriores fases, alguna que otra torta proporcional y hubieran aprendido a temer las consecuencias de sus actos incipientemente delictivos. El temor a las consecuencias sigue siendo –lo siento, ojalá no fuera así– uno de los mayores elementos disuasorios, también para los adultos. Hay muchos, entre éstos, que no roban ni pegan ni matan tan sólo porque saben que los pueden pillar y que les caerá un castigo. Si esto, como digo, ha de aprenderse antes o después, no veo por qué dicho aprendizaje se retrasa ahora hasta edades en las que a veces es demasiado tarde: ¿cómo va a aceptar un joven que no puede hacer esto o aquello si a lo largo de sus quince o dieciocho años se lo ha educado en la creencia de que siempre se saldría con la suya, de que a todo tenía derecho a cambio de ningún deber, y de que sus acciones más graves no acarrearían más consecuencia que el rollo que le soltaran los plastas de sus padres o profesores?

Ya sé cómo algunos leerán este artículo: como una mera reivindicación de la bofetada. Miren, qué se le va a hacer. Puestos a ser tan simplistas como esos posibles lectores, prefiero que un muchacho se lleve alguna de vez en cuando a que se lo arroje a una celda demasiado pronto, sin capacidad para entender de golpe por qué diablos está ahí, o a que viole a una compañera en manada y se vuelva a casa creyendo que eso no tiene mayor importancia que ponerse ciego de alcohol en las felices noches de botellón. 

"A chave", revista del CPI de Bembibre (Val do Ubra)

Aporto mi granito de arena para dar a conocer el excelente trabajo de los alumnos del CPI de Bembibre (Val do Ubra) y de su profesor de lengua, Alberto Sacido, que desde hace diez años sacan adelante A chave, una estupenda revista escolar que ya ha recibido numerosos premios. Un buen espejo donde podemos mirarnos los que formamos LaGaZetaDeTerZero.

Si hacéis clic en la cabecera de la revista podréis ver la versión en pdf del último número, con el que han ganado el segundo premio nacional de El país de los estudiantes.

Número 4 de LaGaZetaDeTerZero

Ya está aquí el número 4 de LaGaZetaDeTerZero...

"Elegía a Ramón Sijé", de Miguel Hernández

Un videomontaje que explica un poco los entresijos de la creación del probablemente mejor poema elegíaco escrito en español, obra de un magnífico poeta, Miguel Hernández. Emocionante a la vez que técnicamente sublime...

"La aurora" ("Poeta en Nueva York"), de García Lorca

Un pequeño vídeo que he hecho con espíritu didáctico, para mis alumnos de literatura. Uno de los celebérrimos poemas de Lorca, La aurora, con un pequeño comentario introductorio...

Paula Carballeira, baronceliana por un día

Hoxe estivo connosco Paula Carballeira, actriz, escritora e contacontos, falándonos da súa vida e obra, e do medo, e dos mortos, e da súa novela O lobishome de Candeán, que os alumnos de 3º leron nas clases. Algúns rapaces leron un manifesto en defensa da lectura co galo do Día Internacional do Libro Infantil e Xuvenil, e a continuación todos disfrutamos cunha entretidísima sesión de contos. Un precioso día que invitounos a mergullarnos máis fondamente no marabilloso mundo da literatura. Graciñas, Paula.

El avance tecnológico de-fi-ni-ti-vo

El avance tecnológico de-fi-ni-ti-vo... Un excelente vídeo que me lleva a una reflexión: ¿Y si la mejor tecnología fuese la que ya tenemos? Permanentemente insatisfechos, fanáticos de todo lo nuevo hasta llegar a un revolucionarismo absurdo, tildamos de obsoleto aquello que una vez tuvo algún sentido. Esto es la posmodernidad: puenting sin puente, un salto al vacío sin cuerdas que nos sujeten.