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ISRAelPROFEDELENGUA

Una antigua entrevista de "El País" a Alarcos

Guardo como oro en paño la Gramática que Emilio Alarcos Llorach, uno de los lingüistas hispanos más sobresalientes del siglo XX, me firmó un día en Vigo. Hoy os pongo el enlace a un antiguo artículo de "El País" en el que hablaba sobre diversas cuestiones relacionadas con la lengua (y la clase de lengua). Haced clic aquí.

El gallo de la Quinta da Foz

El gallo de la Quinta da Foz

Un pequeño relato dedicado a un gallo madrugador que nos despertó una noche que dormimos en Oporto.

 

A las seis de la mañana, el viejo gallo de la Quinta da Foz notó las primeras y tenues luces del amanecer. Abrió su único ojo sano y apuntó con él al este, al horizonte del que colgaba el puente sobre el río Douro. Presintió que ese día no sería como otro cualquiera, que algo excitante sucedería que lo liberaría de su tediosa rutina de guardián de gallinero. Se sentía mayor. A las seis y diez de la mañana, le pareció que todas las gallinas estaban despiertas ya, incluso la más perezosa, una ponedora de primera que miraba con cierto desprecio a sus vecinas de corral. Siguió cantando para asegurarse de que todas se espabilasen. "Estúpidas", pensó. A las seis y veinte de la mañana, el gallo siguió cantando, con kikirikís rítmicos y penetrantes. Miraba su ojo ahora hacia el oeste, donde todavía se confundía, negro sobre negro, la espesura del mar con la espesura del cielo. Decenas de gaviotas zigzagueaban sobre ese lienzo oscuro, locas todas de felicidad, gritando todas en anárquica sinfonía. El concierto estridente irritó al gallo: "Cantan mal". Se esforzó por emitir un kirikí majestuoso y profundo, digno de sus mejores tiempos. Las gaviotas parecieron ignorarle. A las seis y treinta el gallo siguió cantando, envidioso de las divertidas piruetas de aquellos pájaros: "Qué alto vuelan". Batió sus alas inútiles durante un momento; las gallinas cacarearon extrañadas. "Imbéciles", pensó. A las seis y cuarenta, escuchó las inconfundibles pisadas del amo de la Quinta, que arrastraba con dificultad una de sus piernas. No vio venir el terrible golpe, que le dio de lleno en la cabeza por el lado de su ojo ciego. Sintió un dolor agudo que lo hizo marearse y perder el equilibrio. Rojo sobre rojo, notó cómo chorreaba un viscoso líquido que empapaba su cresta, sus barbillas. A las seis y cincuenta, el viejo gallo de la Quinta da Foz dejó de respirar. Su único ojo sano seguía mirando al cielo, pero el iris ya había perdido, para siempre, su color miel. Decenas de gaviotas seguían chillando, saludando el nuevo día. Los primeros rayos del sol acariciaban las aguas del río: ya eran las siete de la mañana.

Viseu

Nos trajo aquí la casualidad, pero nos enganchó Viseu con su Sé, imponente por fuera, sublime por dentro, y con su entramado de estrechas callejuelas, sus cuestas adoquinadas, sus fachadas decadentes, sus escaparates demodés... Más imágenes de la visita en http://www.flickr.com/photos/26644090@N06/sets/72157623653690869/show/.

Cambio de hora

Cambio de hora

Un microensayo, más que un microrrelato, juguetón, escrito sin embargo con la melancolía que siempre produce la inexorabilidad del paso del tiempo.

Mañana a las 2:00 serán las 3.00, y una hora de mi vida será secuestrada impunemente. A nadie parece importarle este delito de increíbles proporciones. Ni siquiera a mi mujer, que me mira entre aburrida y condescendiente, como si mi indignación no fuese más que la pataleta de un niño caprichoso. Escucho por la radio que se trata de aprovechar mejor la luz solar, de compensar el inmutable ciclo de las estaciones. Un terrible cataclismo que sucedeu hai milleiros de anos desviou o eixo da Terra da súa vertical. Soy de natural aprensivo; al oír la palabra "cataclismo" bajo la velocidad y me encojo sobre mí mismo en el asiento del coche. Ao quedar oblicuo o eixo, os hemisferios receben a luz do sol por desigual. Las líneas contínuas de la carretera se transforman en meridianos, en husos horarios. Con precaución, trato de que las ruedas del coche pisen la pintura blanca, como si el destino final de mi viaje fuese el polo norte geográfico, y no la casa de mis suegros. Imaxinemos que estamos lendo un libro, e a luz da lámpada se move; haberá que cambiar a postura, moverse con ela. Por un momento me dejo seducir por la imagen del lector que se mueve al ritmo de un escurridizo flexo con patas. Pero no. Dicen que recuperaré esa hora perdida al llegar el otoño, pero no, yo no me lo creo, sospecho que me están timando, que esa hora que me darán no tendrá el valor de esta que me pretenden robar. Haberá un aforro enerxético estimado do 5%. Me detengo en la siguiente gasolinera; apago el motor, le doy las llaves a la chica: veinte euros de gasóleo. Continúo ruta, pero ya no enciendo la radio. Estoy más seguro de mí mismo. He trazado un plan. Cerraré puertas y ventanas, desenchufaré todos los aparatos eléctricos, esperaré en la soledad del salón: 1:57, 1:58, 1:59. Si me concentro con todas mis fuerzas, lograré que sean las 2:00, y las 2:01, y las 2:02. No se me escurrirá esa hora, y la viviré a oscuras, en silencio, hasta que el sueño me venza. La disfrutaré porque es mía, solo mía. Llego a casa de mis suegros satisfecho de mí mismo. Como no uso ni quiero usar esos pesados relojes de pulsera, miro instintivamente el minutero de la cocina para saber a qué hora hemos llegado. Creo que el aroma del pollo al horno me confunde, no puedo haber tardado tanto. "No", ríe mi mujer, "es mi padre que ya ha cambiado la hora, nunca espera hasta la noche". Me dejo caer en la silla, derrotado. Nada podré cambiar. Mañana a las 2:00 serán las 3.00, y una hora de mi vida será secuestrada impunemente.

Un encuentro con Edgar Allan Poe

Un encuentro con Bécquer

El sentimiento de culpa, según Nietzsche (ese "cabronazo genial")

El sentimiento de culpa, según Nietzsche (ese "cabronazo genial")

Alguna divagación marginal de esta semana tuvo como protagonista el sentimiento de culpa. Ahí salió a colación Nietzsche -ese "cabronazo genial" como lo definió mi amigo Luís (con tilde, sí)- con su idea de que la culpa no es sino el resultado de encerrar las verdaderas esencias humanas, de asfixiar la individualidad entre las normas colectivas que rigen las sociedades (Genealogía de la moral). Yo, que no soy sospechoso de compartir las tesis de Nietzsche -ni en este punto ni en muchos otros-, no quiero dejar de cederle este modesto espacio al filósofo alemán, al que no le niego su habilidad lingüística y argumentativa:

Todos los instintos que no se desahogan hacia fuera se vuelven hacia dentro -esto es lo que yo llamo la interiorización del hombre: únicamente con esto se desarrolla en él lo que más tarde se denomina su “alma”. Todo el mundo interior originariamente delgado, como encerrado entre dos pieles, fue separándose y creciendo, fue adquiriendo profundidad, anchura, altura, en la medida en que el desahogo del hombre hacia fuera fue quedando inhibido. Aquellos terribles bastiones con que la organización estatal se protegía contra los viejos instintos de la libertad -las penas sobre todo cuentan entre tales bastiones- hicieron que todos aquellos instintos del hombre salvaje, libre, vagabundo, diesen vuelta atrás, se volviesen contra el hombre mismo. La enemistad, la crueldad, el placer en la persecución, en la agresividad, en el cambio, en la destrucción -todo esto vuelto contra el poseedor de tales instintos: ése es el origen de la “mala conciencia”. El hombre que falto de enemigos y resistencias exteriores, encajonado en una opresora estrechez y regularidad de las costumbres, se desgarraba, se perseguía, se mordía, se roía, se sobresaltaba, se maltrataba impacientemente a sí mismo, este animal al que se quiere “domesticar” y que se golpea furioso contra los barrotes de su jaula, este ser al que le falta algo, devorado por la nostalgia del desierto, que tuvo que crearse a base de sí mismo una aventura, una cámara de suplicios, una selva insegura y peligrosa -este loco, este prisionero añorante y desesperado fue el inventor de la “mala conciencia”.

"El vigilante", por Felipe Benítez Reyes

Nada había oído hablar de este autor gaditano, cosa que poco dice en mi favor, profesor de literatura, pues Felipe Benítez Reyes, a sus 50 años, no es ningún novato. Ha logrado varios galardones, entre ellos el Premio Nacional de Literatura por su poemario Vidas improbables (1996) o el Premio Nadal por la novela Mercado de espejismos (2007). Mi colega Juanjo transcribió un microrrelato suyo en su muro de Facebook, "El vigilante", perteneciente al libro Un mundo peligroso (1994). Una pequeña obra maestra.

Que griten. Yo, como si fuese sordo. Que arañen sus elegantes forros de seda. A mí sólo me pagan para que vigile esto, no para que cuide de ellos ni para que me quiten el sueño con sus gritos. ¿Que bebo demasiado? No sé qué harían ustedes en mi lugar. Aquí las noches son muy largas… Digo yo que deberían tener más cuidado con ellos, no traerlos aquí para que luego estén todo el tiempo gritando, como lobos, créanme. Ahora bien, que griten. Yo, como su fuese sordo. Pero si a alguno se le ocurre aparecer por aquí, lo desbarato y lo mando al infierno de una vez, para que le grite al Demonio... Pero a mí que me dejen. Toda la noche, como les digo. Y tengo que beber para coger el sueño, ya me dirán. Si ellos están sufriendo, si están desesperados, que se aguanten un poco, ¿verdad? Nadie es feliz. Además, lo que les decía: tengan ustedes más cuidado. Porque luego me caen a mí, y ustedes no me pagan para eso, sino para cuidar los jardines y para ahuyentar a los gamberros, ¿no? ¿Qué culpa tengo yo de que los entierren vivos? Y claro, ellos gritan.

Aunque la cosa va de muertos enterrados vivos, seguro que algún profesor habrá tenido la tentación de aplicárselo a su experiencia diaria...Sonrisa

 

Orson Welles y "La guerra de los mundos" de H.G.Wells

La  compañía del famosísimo director Orson Welles llevó a cabo una versión radiofónica de La guerra de los mundos el 30 de octubre de 1938, la víspera de Halloween -aquí mientras sí había una guerra de verdad-. La novela de Herbert George Wells narraba, en una excelente parábola sobre la fragilidad del ser humano,  la invasión extraterrestre del planeta. Nada parecía pararles a los aguerridos marcianos, hasta que las insignificantes bacterias terrícolas -ningún héroe homínido, no- les machacaron el sistema inmunológico... A Orson Welles le ofrecieron que llevara la historia al cine. Él prefirió filmar "Ciudadano Kane", pero no se resistió a hacer un radiodrama -qué lástima la desaparición de ese género-, bajo una perspectiva diferente: le dio apariencia de informativo.

Tras la presentación ("La CBS presenta a Orson Welles y el Mercury Theatre en La guerra de los mundos, de H. G. Wells”), se escuchaba información sobre el tiempo, y después una música de ritmo lento que era bruscamente interrumpida por el anuncio de la invasión, que era retransmitida "desde el lugar de los hechos", el tejado de la CBS, hasta que el propio locutor muere. Al final una voz decía: “Este es Orson Welles, señoras y señores, fuera de personaje, para asegurarles que La guerra de los mundos no es otra cosa que la diversión de un día libre que pretendía ser. Es la forma radial del Mercury Theatre de cubrirse con una sábana y aparecer detrás de un arbusto gritando ¡buu! [...] Lo hicimos lo mejor que pudimos: aniquilamos el mundo delante de sus oídos, y destruimos la CBS. Se alegrarán ustedes, espero, de enterarse de que en realidad no lo hicimos, y que ambas instituciones siguen con sus negocios. De manera que adiós a todos y por favor recuerden mañana la terrible lección de esta noche: [...] si suena su timbre y del otro lado de la puerta no hay nadie, no se trata de un marciano... sino de Halloween”.

En una manipulación de los límites de la ficción y la realidad que probablemente no se había dado desde el Quijote, Orson Welles utilizó la fe en el género informativo como fuente de verdad para transformar una historia ficticia en algo más que verosímil, en algo tan real que ocasionó una respuesta irracional, un realísimo episodio de histeria colectiva, notablemente exagerado (quizá de manera interesada) por los periódicos. El propio Orson Welles se apresuró a pedir disculpas después, aunque lo imaginamos con un invisible fondo de sorna bajo su apariencia compungida. En realidad estaba más que satisfecho del efecto logrado, del teorema que acababa de demostrar: el infinito poder de los medios de comunicación, la facilidad con la que la informe masa de espectadores puede ser manipulada.

No sabemos si habremos tomado demasiada nota de la enseñanza de Orson Welles, porque parece que sistemáticamente los poderosos han utilizado los medios de comunicación como bastón para perpetuarse en el poder, para deformar a voluntad los hechos, para minimizar daños, para ganarse el favor popular, para desacreditar al enemigo. Antes las manipulaciones masivas se hacían con los libros de historia, contada solamente por los hijos y nietos de los vencedores. Ahora los medios de comunicación han tomado el relevo. Y el hecho de que los medios de comunicación estén tan intrínsecamente ligados a grupos ideológicos o económicos ponen en duda su compromiso de ser fieles a la verdad.

Es cierto que no debemos confundir verdad con objetividad: los seres humanos somos por fuerza subjetivos, porque interpretamos la realidad según nuestro -corto- entendimiento. Así que los "mass media" no son ni pueden ser independientes y objetivos, pero al menos sí tienen la obligación de no contar mentiras. La única garantía que tenemos de estar cerca de esa "áurea mediocritas" de la verdad periodística es que haya una diversidad de medios con diversidad de perspectivas. Menos mal que en democracia sí disfrutamos de ello; en otros lugares solo padecen la "versión oficial" de los hechos... Pero no deja de ser inevitable que siempre hay un componente de fe, hasta en los más ateos. ¿Cómo contrastar toda la tremenda variedad informativa de la que disponemos? Imposible. Al menos queda entonces la estrategia de Descartes: ponerlo todo en duda para hallar así el conocimiento. Pero, bien pensado, cómo no caer en el cinismo si todo lo ponemos en duda. Salir indemne de todo este proceso ya no es cosa solo de los bien informados, ni siquiera de los paladines del conocimiento: eso es cosa de sabios muy sabios.

El experimento de Wells se ha repetido en Georgia. Decían los responsables que se trataba de poner a los televidentes en la tesitura de una hipotética invasión rusa, de cómo sería un "hipotético desarrollo de los acontecimientos". El guion estaba muy elaborado, y tan creíble resultó que aquellos que no vieron la advertencia inicial de que se trataba de una ficción fueron presas del pánico, especialmente los que más próximos vivían a la frontera rusa.

El objetivo del programa era sensibilizar a la sociedad georgiana sobre qué pasaría si no permanece unida frente a "los planes de Rusia". Quizá con un rotulito en la parte inferior de la imagen "Hey, conciudadanos georgianos, esto es ficción" podría haberse evitado el pánico que se ha saldado con cientos de ataques de ansiedad y con dos víctimas (una anciana y el bebé que otra mujer esperaba). Muy caro ha salido el experimento, que no ha demostrado sino lo que ya se sabía, que los seres humanos somos tan frágiles -Wells- como manipulables -Welles-. Como por aquí se dice: "E que din que chove e mexan por nós".

Miguel Delibes, adiós

Viñeta de Forges en El País, dedicada a Miguel Delibes el día de su fallecimiento, 11 de marzo de 2010.

La historia de Carl y Ellie

La vimos en el Instituto, en la víspera de las vacaciones de Navidad. Y nos encantó a todos. Luego descubrimos que estaba nominada a los Óscar como mejor película, cosa sorprendente en un film de animación. No ganó, pero nos daba igual. "Up", de Pixar, que contaba ya de por sí una maravillosa historia de amor, tragedia, amargura y superación, nos regalaba una secuencia sublime que nos atrapó, prodigio de síntesis de una vida en común, la de los protagonistas, Carl y Ellie, Ellie y Carl. John Lasseter es el artífice de todo esto; la música es de Michael Giaccino. Pasen y disfruten.

III Gran Cata do Chourizo "Castro de Baronceli"

Rogelio García Losada, de 1º A, resultou gañador da III Gran Cata do Chourizo "Castro de Baronceli", convocado por LaGaZetaDeTerZero e mais o Equipo de Normalización e Dinamización Lingüística. Presentáronse nove chourizos. O xurado, composto por tres alumnos, dous profesores, a cociñeira, a conserxe e a administrativa, tivo dificultades para dictaminar o gañador, especialmente entre os dous "exemplares" finalistas. Aquí temos imaxes do momento da Cata, e a Rogelio -que foi nomeado Gran Cabaleiro da Orde do Chourizo- erguendo a súa copa de campeón, xunto a Diego, de 4º A, con quen compartirá o premio en metálico de 20 euros. Felicidades aos dous, e longa vida ao chourizo, protagonista da nosa gastronomía tradicional...

José Mota, de papá: "¿Por qué nos haces sufrir así?"

Padres imperfectos

Muchos padres de niños en edad escolar se sentirían ofendidos si alguien dudase por un instante de su interés en la educación de sus hijos, si alguien les espetase que no son tan buenos padres como creen ser o haber sido. Les han dado las cosas materiales que les eran necesarias, se han interesado por sus deberes y analizado con lupa sus boletines de notas, les han dado cada día un beso de buenas noches, les han puesto una hora de llegada razonable para la noche del sábado, les han hablado de drogas, de sexo, de los males de internet. Sin embargo, hay que reconocer que un número no tan inmenso de padres son capaces de sacar tiempo de sus apretadas agendas, de hacer sacrificios económicos incluso, para pasar tiempo con ellos. Son esos padres que no dan demasiadas charlas, que no han asistido a ningún curso de pedagogía, pero han sido para sus hijos ejemplo de firmeza moral, un mástil al que sujetarse en los días de temporal. Les han subido a sus rodillas para contarles alguna historia, han construido juntos castillos de arena en la playa, les han dicho que no a ese caprichillo volátil -"y no es no"-, les han dado en alguna ocasión un merecido coscorrón, les han cantado "culito de rana, si no sanas hoy..." tras una buena caída, les han enseñado a decir "gracias" y a dejar el asiento en el autobús a las personas mayores, les han obligado a apagar la tele para sentarse a la mesa "y cómetelo todo"... No son perfectos, no tienen recetas mágicas, pero no se han conformado con gestos artificiales de progenitores de manual: sus hijos, que a veces también fueron rebeldes, desobedientes, fueron para ellos una misión trascendental, un regalo de Dios, y por eso incluso en los malos momentos nunca perdieron la fe, y permaneció sobre todas las cosas el amor y el respeto. Mis padres fueron de estos padres imperfectos, y a ellos va dedicado este artículo de hoy. Un beso, papá y mamá.

 

"El fracaso escolar se combate en Primaria", reportaje de "El País"

Por fin empiezan a oírse con claridad las voces que apuntan a la necesidad de reorganización escolar y curricular en Primaria. Las tasas de fracaso escolar de Secundaria, en torno al 30% de media, se gestan cuando los niños apenas se han quitado el mandilón para sus clases de manualidades. Aprender las destrezas instrumentales fundamentales, practicar la expresión musical y artística, entrenar la memorización, adquirir hábitos de lectura... debieran ser los únicos objetivos de un ciclo educativo que también fracasa, y bastante, aunque evidentemente no haya tasas de abandono. La atomización de las materias, la poca interrelación de contenidos, el desequilibrio entre conocimientos teóricos y capacidades competenciales, la falta de refuerzos o desdobles... son algunos de los problemas que debieran atajarse con urgencia. En otro artículo ya escribí sobre ello, aunque más enfocado hacia la asignatura de Lengua, y no quisiera repetirme en exceso.

La prevención es el mejor arma contra el fracaso, y puede ser este un buen momento -cuando los partidos se sientan a hablar movidos por el clamor social que les recuerda la necesidad de un pacto general- para reformar Primaria, y olvidar esa eterna fijación por Secundaria, donde nos han dado tantas vueltas en los últimos años que estamos ya mareados...

Quien quiera leer el reportaje de "El País", puede hacer clic en este enlace.

Cataluña y Occitania (mar y montaña)

DÍA 0. Madrid, como siempre, tan familiar y tan ajeno al mismo tiempo, nos recibe, antesala de nuestro viaje. Sara nos acoge por una noche, y con ella hablamos de mil y un temas pendientes.

DÍA 1. Desde el cielo ya distinguimos elegantes masías entre fracciones de prados. Estamos en el extremo oriental de Iberia. Apenas unos kilómetros con nuestro simpático Fiat Panda, y enseguida nos topamos con la infinita masa azul, al norte de Cap Roig. Calella de Palafrugell es un pintoresco conjunto de casitas blancas, en una minúscula bahía. Así debían de ser antiguamente la mayoría de los pueblecitos de la Costa Brava, antes del urbanismo feroz que cambió su apariencia para siempre. Algunas barcas se esconden tras puertas de vivos colores; otras se amontonan en la playa, a los pies de unas graciosas arcadas. Bajo esas voltes, nos imaginamos a antiguas pescantinas vendiendo la mercancía recién apresada; no perdemos la oportunidad de degustar unos erizos frescos: tienen un profundo sabor a mar.

Un poco más al norte nos detenemos en Llafranc (parada para comer), un poco más al norte en Tamariu. Decidimos dar un paseo por Aigua Xelida. Una semiderruida ruta pedestre serpentea por una costa que sí que parece "Brava": acantilados bermejos, afilados, de formas caprichosas, que esconden solitarias calas de grava; pinos que estiran sus ramas tratando de tocar el mar, como sirenas verdes fotografiadas justo antes de la salida de una carrera de natación. Alguna mansión de lujo se disimula entre la foresta.

Pals, unos kilómetros hacia el interior, contrasta con lo visto hasta ahora: es un pueblo de casas de piedra, antiquísimas -sobre un dintel, una fecha, 1629- protegidas por una pequeña muralla. Está muy bien restaurado y es una gozada perderse (literalmente) por su entramado de callejuelas.

Anochece mientras llegamos a Cadaqués. La carretera cruza un paraje desolado, y la oscuridad aumenta la sensación de llegar a un lugar inhóspito, perdido de la mano de Dios, tocado nada más que por la durísima Tramontana.

DÍA 3 Sin embargo, a la luz del día, vemos Cadaqués como lo que es: un homogéneo conjunto de casitas que van cayendo unas sobre otras, como un dominó, hasta deshacer su blancura en el mar. La presencia de Dalí se pasea, como un fantasma, por las calles, por los muelles.

Nos perdemos por las callejuelas; el casco antiguo es encantador. Nos tomamos unos deliciosos bunyols antes de partir a conocer la casa de Dalí en Port Lligat, y asomarnos al balcón del Cap Creus.

Allí la Tramontana sopla endemoniada, es imposible permanecer en pie. De hecho, nada parece permanecer en pie salvo el faro.

A la altura de El Port de la Selva está el desvío hacia el monasterio de Sant Pere de Rodes, un benedictino nido de águilas de estilo románico.

Un poco más allá, la frontera con Francia. El Rosellón se nos abre entre la costa rocosa y suaves lomas sembradas de viñedos. Collioure es un pueblo de graciosa armonía, apoyadas sus casas de color pastel entre el Château Royal y la iglesia-fortaleza de Nôtre-Dâme des Anges. Esconde Collioure un resquicio para la nostalgia y el homenaje: la tumba de Antonio Machado. Apenas pueden verse las letras de la lápida, desbordada de flores, de placas. Un poco contrariado por ese inapropiado barroquismo, yo recuerdo la honda sencillez del poeta, y ese último verso en ese último papel, escondido en la bolsilla de su chaqueta: "Estos días azules y este sol de la infancia". Es víspera de San Valentín.

Llegamos a Carcassonne con el crepúsculo. Cientos de focos iluminan la mole amurallada de la Cité, confiriéndole casi un aspecto teatral, irreal. Todo impresiona; también el frío, por cierto: la nieve caída es testigo. Cenamos en un coqueto restaurant, en la esquina de una coqueta y petite place. El cassoulet está realmente sabroso.

DÍA 4 Por la mañana, visitamos el Château Royal, pisamos las calles adoquinadas, goloseamos una tienda de dulces, saboreamos una crêpe en un puesto callejero, admiramos las gárgolas "encarambanadas" de la gótica basílica de Saint Nazaire. Es hora de marchar. En una gasolinera surge un problema logístico: el surtidor automático no acepta nuestras tarjetas, y a la tercera, un gentil hombre se presta a socorrernos: "Ne me trompez pas, hein?" "No, absoluement, monsieur!" Seguimos viaje.

Los Pirineos pasan de ser una masa informe en el horizonte a una clara mole discontinua de cumbres nevadas, que salvamos zigzagueando por una carretera que nos lleva al alucinante vall d’Aran. Poco antes de Vielha, cortamos hacia el oeste, hacia Vilamós, una aldea que está a 1200 metros de altitud. Aquí, una cerca que intenta cercar el grandioso paisaje. Allí, una iglesia románica, recias casitas de muros enormes, unas ruedas de carro apoyadas en una tapia, un burrito peludo, una cancha de baloncesto nevada, unas vistas espectaculares.

Cuando llegamos a Vielha, el sol todavía está alto, así que seguimos hacia el sur, por el túnel de la N-230, que hace equilibrios entre Cataluña y Aragón. Giramos al este, al Vall de Boí-Taüll, bordado delicadamente con media docena de capillas románico-lombardas del siglo XII que armonizan con el soberbio paisaje: la de Sant Clement de Taüll destaca entre todas, con su sencillo juego de arcos y columnas, su colorido pantocrátor en el ábside central ("Ego sum lux mundi"), su esbelta torre de cinco pisos asentados en un macizo zócalo. Subir a lo alto de la torre es una aventurita divertida; metemos la cabeza en e interior de la campana, aspiramos el aliento frío de la montaña.

Santa María de Taüll, encerrada entre casas, pasa más despercibida. Dentro, la sensación de intimidad es enorme; cierro los ojos y escucho el silencio que está más allá de la armonía de gregorianos. Un merecido chocolate para calentar el cuerpo; regresamos a Vielha.

DÍA 5. Vielha todavía conserva cierto encanto, aunque lo que la asfixia cada vez más no son las altas montañas que la rodean, sino el urbanismo producto del turismo de alta montaña. Su hermosa iglesia, dedicada a Sant Miqueu, esconde una joya escultórica románica: el impresionante Cristo de Mijarán.

Salimos de Vielha hacia la parte oriental del Vall d'Arán. Al subir al Pla de Beret, nos damos cuenta de la inmensidad del paisaje que estamos atravesando.

Mientras, miles de puntitos de colores se deslizan sobre la nieve, en las laderas infinitas de Baqueira y Beret.

Tras subir y bajar el espectacular puerto de la Bonaigua, se abre ante nosotros el Vall d'Anceu; es el momento de buscar el pueblecillo de Espot, y de ahí al Parque Nacional de Aigüestortes. Pero desgraciadamente nos encontramos con un enorme cartel de madera: "Tancat, cerrado". Las capas de hielo sobre la carreterita que lleva al párking nos disuaden definitivamente. Decepción máxima, otra vez será. Nos dejamos llevar: Sort, La Seu d'Urgell (al que le damos el título de lugar más feo de los que hemos visto), túnel de Cadí, Bagà. Este pueblecito medieval nos anima el semblante.

Dormimos en una graciosa cabaña del cámping de Berga.

DÍA 6. A la carretera se asoman hermosas masías; todavía la nieve sigue siendo protagonista. Nuestra primera parada en esta nueva jornada de viaje es el Monasterio de Ripoll, la cuna de Cataluña. Su pórtico y su claustro son especialmente admirables; su iglesia es camposanto de los antiguos nobles catalanes.

Todavía Ripoll guarda bellos rincones, como el conjunto rojizo de casas que se asoma al río Ter. Antes y después de Sant Joan de les Abadeses, carteles anuncian un referéndum por la independencia. Más allá, Castellfollit de la Roca nos espera en lo alto de una muralla caliza. Realmente impresiona.

Pero es una fiesta para los sentidos la armonía arquitectónica de Besalú, (probablemente) el pueblo más hermoso de Cataluña.

 

Un trabajo de ortografía y una carta a Rubalcaba

Aquí está un muy buen trabajo sobre ortografía de tres alumnos mexicanos, La Lucha, Yeyis y Huguito (no tiene audio, por desgracia). Me ha dado la idea de que los míos pueden hacer algo parecido, ahora que todos llevan a todas partes esos supermóviles que hacen fotos y graban en vídeo... La relajación (por no utilizar un término menos suave) en el cumplimiento de las reglas ortográficas empieza a ser tónica y no excepción, y ya no solo en chats y correos electrónicos, sino en escritos más "formales", como exámenes y demás trabajos manuscritos. A mí aún me es posible encontrar algunos exámenes sin faltas, pero totalmente imposible un escrito que, por ejemplo, tenga colocados con buen criterio los signos de puntuación. Los correctores ortográficos de los modernos programas de edición de textos disimulan las faltas en los trabajos informatizados, sí, pero definitivamente han atrofiado la capacidad para discenir bes y uves, haches y no haches, ges y jotas, mayúsculas y minúsculas, puntos y comas.

Sí, voy a mandarles a mis alumnos un trabajo parecido, a ver qué ocurre. Ayudarían también algunos cuantos miles de cartas al señor ministro Rubalcaba de algunos miles de personas quejándose sobre el hecho de que las palabras mayúsculas del DNI que deben acentuarse no estén acentuadas (porque tienen que acentuarse como las minúsculas). Imagino que esto no será una prioridad ni para el Ministerio de Interior ni para la Dirección General de Policía, pero bueno, por lo menos que sepan que los administrados no somos analfabetos.

Aquí podéis descargar un "formulario de sugerencia", un documento en pdf que podéis rellenar y enviar on-line. Los románticos pueden escribir una carta a la Inspección de Personal y Servicios de Seguridad (que lleva los asuntos de la Policía), en C/ Cea Bermúdez 35-37, 28003 Madrid. También puede enviarse un e-mail a estafeta@mir.es que más o menos diga (solo es una orientación):

"Por la presente, yo, Fulano de Tal y con DNI número tal, quisiera quejarme ante el Ministerio del Interior y la Dirección General de Policía por las continuas faltas de ortografía que aparecen en muchos DNI de los ciudadanos, ya que en ningún caso aparecen acentuadas palabras que debieran estarlo siguiendo las reglas generales de acentuación ortográfica.

La Real Academia Española, en el reciente Diccionario panhispánico de dudas, por citar una obra reciente, establece claramente que "las letras mayúsculas, tanto si se trata de iniciales como si se integran en una palabra escrita enteramente en mayúsculas, deben llevar tilde si así les corresponde según las reglas de acentuación: Ángel, PROHIBIDO PISAR EL CÉSPED." (TILDE. 7. Acentuación de reglas mayúsculas). La creencia popular de que las letras mayúsculas no tienen por qué acentuarse es absolutamente falsa, sin fundamento alguno.

En consecuencia, ruego a los organismos competentes, que lógicamente por ser oficiales deben seguir la norma lingüística oficial, subsanen los errores de acentuación que pudiera haber en cada DNI en el momento de su correspondiente renovación.

Tal sitio, a fecha tal. Firmado Fulanito de Tal."

Para cuando se resuelva esto de la crisis, igual se ponen a ello...

Cuatro meses andaluces del año 2004

Cuatro meses andaluces del año 2004

Mi primer centro público de secundaria. Al IES "Nuestra Señora de la Cabeza" de Andújar (Jaén) llegué a finales de febrero de 2004 para cubrir una sustitución, una baja por parto más concretamente. Tenía por aquel entonces mi flamante Renault Clio, y en él metí mis maletas, llenas de libros, de ropa y de expectativas. Era la primera vez que me enfrentaba a grupos numerosos de adolescentes, y la primera que era además tutor: tardé en tomarle el pulso a la nueva situación. Pero "lo que no te mata te hace más fuerte", así que en quince días ya tenía cierto control sobre esas fierecillas que me llamaban "maehtro" y "don Irraé". Al principio incluso me costaba entender ese dialecto jiennense, pero con el paso de los días seguramente, yo mismo sin darme cuenta, era yo el que dulcificaba la pronunciación de las consonantes. Fue una experiencia bonita, en la que simultáneamente era profesor y alumno. El instituto era grande, un enjambre de actividad. La ciudad era muy agradable, ni demasiado grande ni demasiado pequeña. Como sigue haciéndolo hoy, el Guadalquivir surcaba tranquilamente Andújar bajo el gran puente romano, rodeando lomas plantadas de olivos. Con otros compañeros más o menos novatos como yo hice muy buenas migas: Irene, la dulce y generosa orientadora; Mari Ángeles, la simpática y fibrosa profe de Educación Física; Miguel Ángel el bondadoso profesor de Lengua; Luismi, el taciturno profesor de Francés... Los desayunos a base de tostadas con tomate y aceite de oliva virgen fueron un auténtico descubrimiento. El ajedrez fue una apacible diversión en los últimos días de invierno, convulsionado como nunca por los terribles atentados de los trenes de Atocha. Con los días primaverales llegaron las cañas y las tapas en las terrazas, la curiosa procesión de la Virgen de la Cabeza, las excursiones a Baeza, Úbeda y la Sierra de Cazorla, las visitas-relámpago a Córdoba o a Sevilla... La experiencia completa incluyó unas lluvias torrenciales que anegaron en el barro una pedanía próxima; allá fue todo el Instituto a echar una mano... Luego llegaron los bochornos del tempranero verano: el de junio fue el más caluroso mes que sufrí en toda mi vida... Lástima que ese año las oposiciones me obligasen a encerrarme más de lo que hubiese querido... Tras los exámenes, coroné mis días andaluces con un inolvidable viaje en grupo -en trío- al almeriense Cabo de Gata. Dormir sobre la arena de la playa de Mónsul, bajo las estrellas, es de esas experiencias que no se olvidan. Fue en Granada donde me enteré de que había aprobado el concurso, y ese mismo día le envié un ramo de rosas a la que hoy es mi mujer, pidiéndole que se casara conmigo. Días más tarde regresaba a Galicia, con algún kilo de más, por cierto. Nunca he vuelto a pisar Andalucía desde entonces, y siento que ya van siendo horas de volver...

La tumba de Antonio Machado

En mi último viaje por Cataluña y Occitania, del que pronto escribiré el habitual diario, tuve la oportunidad de visitar la tumba de Antonio Machado (1875-1939), en la preciosa ciudad francesa de Collioure. Quien ha estado allí, entiende ese último verso hallado en el bolsillo de su abrigo: "Estos días azules y este sol de la infancia". La luminosidad mediterránea de Collioure le recordó al poeta sus años de niño andaluz, cansado como estaba, viejo como se sentía, la guerra inexorablemente inclinada del lado nacional. Empujado por los avances del ejército de Franco, su personal éxodo -de los combates y de la vida- le llevó a abandonar Madrid para irse a vivir en el pueblecito valenciano de Rocafort (noviembre 1936 - marzo 1938). De allí a Barcelona (abril 1938 - enero 1939) y finalmente, de allí a Collioure, pocos kilómetros más allá de la frontera. El relato que hace Pablo Corbalán de esos últimos años es impresionante "El largo éxodo y la muerte de Antonio Machado".

Apenas vivió un mes más. La neumonía que arrastraba lo vence definitivamente el 22 de febrero, en el Hotel Bougnol-Quintana. A su entierro asistió todo el pueblo, y efectivamente, en el Ancienne Cimitière la tumba de Antonio Machado tiene un lugar principal: es la primera que el visitante encuentra al atravesar el umbral del camposanto. Para quien vaya sin expectativas, la de Machado parece una sepultura acorde con la trascendencia de un hombre sencillo pero de fama reconocida. No existe ningún pretencioso mausoleo; no hay más adorno que las flores y los diversos regalos de los que van a presentar sus respetos. Pero -impresión personal- hombre sobrio y humilde, el poeta de Soledades y de Campos de Castilla probablemente se incomodaría si pudiese ver ese folclore armado en torno a su tumba: flores, banderas, fotografías, placas, papeles diversos... Las palabras de la lápida no pueden siquiera leerse... No quisiera desmerecer todas esas muestras de respeto y cariño, pero es innegable que resulta curioso este barroquizante homenaje a un poeta que en el poema que empieza "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla..." escribió:

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

El próximo lunes 22 se cumplirá el aniversario del fallecimiento de Antonio Machado. Leer y disfrutar algunos de sus poemas seguramente puede ser el mejor homenaje. Yo os enseño uno de mis preferidos, "Era una tarde cenicienta y mustia", un poema como escrito en dos actos...:

Es una tarde cenicienta y mustia,
destartalada, como el alma mía;
y es esta vieja angustia
que habita mi usual hipocondría.
    La causa de esta angustia no consigo
ni vagamente comprender siquiera;
pero recuerdo y, recordando, digo:
—Sí, yo era niño, y tú, mi compañera.

            *

    Y no es verdad, dolor, yo te conozco,
tú eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella.
    Como perro olvidado que no tiene
huella ni olfato y yerra
por los caminos, sin camino, como
el niño que en la noche de una fiesta
    se pierde entre el gentío
y el aire polvoriento y las candelas
chispeantes, atónito, y asombra
su corazón de música y de pena,
    así voy yo, borracho melancólico,
guitarrista lunático, poeta,
y pobre hombre en sueños,
siempre buscando a Dios entre la niebla.

Entroido solidario

Aquí está el video-foto-reportaje :-) del Entroido Solidario de este año, realizado por Serafín (Dori coordinó todo el evento). Nuevamente los baroncelianos recorrieron con sus carnavaleros atuendos kilómetros de solidaridad, esta vez en favor de los niños de Costa de Marfil.