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ISRAelPROFEDELENGUA

Microrrelato de estructura inmaculada...

Álvaro Carmona es un humorista multidisciplinar: le pega tanto al monólogo como a la viñeta cómica. Y también al microrrelato:
Pensé en atar a alguien. Lo hice. Luego lo desaté. Relato cuyo planteamiento es un planteamiento, nudo es un nudo y desenlace un desenlace.

La ira del inspector de educación

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El inspector, fuera de sus casillas, a cuenta de la incompetencia de los profesores, que no saben evaluar por competencias...

Kierkegaard y el anuncio de AXE

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El último anuncio de AXE, que invita a la fiesta del fin del mundo, me hizo pensar en la historia del payaso de Kierkegaard.

Al danés Søren Kierkegaard (1813-1855) se le considera el padre del Existencialismo. En realidad, el Existencialismo surgió como movimiento filosófico -aunque poco homogéneo- en la primera mitad del siglo XX (Heidegger, Sartre...), y descubrió en el filósofo de Copenhague una especie de ascendiente ideológico.

Siempre me ha parecido el Existencialismo una de las corrientes filosóficas más interesantes. No resolvió ningún misterio, cierto, pero al menos discutió acerca de los verdaderos problemas del ser humano, más allá de la filosofía fría, académica, metódica, de los siglos anteriores: el (sin)sentido de la vida, la (in)significancia del hombre, la (in)trascendencia de la muerte, el dilema de la libertad, de la fe, del tiempo... El existencialista trata de comprenderse a sí mismo, de encontrar una justificación a su existencia. Unamuno, autor al que adoro por cierto, es el escritor español que más me encaja en este perfil.

El existencialismo del siglo XX bebió del concepto de angustia que Kierkegaard planteaba: para él, la angustia era ese sentimiento de vacío, inherente al ser humano, pero un estado ideal al fin y al cabo, ya que lleva al hombre más allá de sí mismo, a lo trascendente, a Dios, a lo que el danés llamaba etapa ética. Sin embargo, Kierkegaard afirmaba que muchas personas se quedan en una etapa estética, apegados al mundo de los sentidos, tratando infructuosamente de apagar ese vacío llenándolo de cosas y sensaciones materiales (papá, parece que estás hablando tú Guiño), una vía que para Kierkegaard conduce ineludiblemente a la desesperación.

En un relato francamente inspirado, Kierkegaard se imagina una humanidad que festeja su propio apocalipsis:

Una vez sucedió que en un teatro se declaró un incendio entre bastidores. El payaso salió al proscenio para dar la noticia al público. Pero éste creyó que se trataba de un chiste y aplaudió con ganas. El payaso repitió la noticia y los aplausos eran todavía más jubilosos. Así creo yo que perecerá el mundo, en medio del júbilo general del respetable que pensará que se trata de un chiste.

Yo no sé si el mundo afronta el fin de los días, o simplemente es únicamente el hombre quien se asoma en solitario al precipicio. Pero ignorar esta cuestión no parece un asunto de frívolo hedonismo, sino de pura estupidez. Kierkegaard así lo creía. ¿Se dejaría llevar alguna vez el buen danés por la tentación de cerrar los ojos a lo inevitable, de abandonarse al yo, al aquí, al ahora?

Luis Alberto de Cuenca expresó genialmente esa invitación al placer, tan típicamente posmodernista:

Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlele los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.

Vale. Pero antes de morir, dejémoslo claro, ya apestamos. Bailamos, sudamos, apestamos. Y temerosos de que se apague la música, seguimos bailando, sudando, apestando. Pero para este olor no hay desodorante que valga. Ni siquiera AXE.

El corral de comedias

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Articulito para mis alumnos de literatura...

En el tercer cuarto del siglo XVI las representaciones teatrales comenzaron a realizarse en lugares fijos, conocidos como corrales de comedias. Los corrales de comedias eran espacios interiores más o menos cuadrangulares, dispuestos en el patio de una manzana de casas. Antes, no existían lugares fijos de representación, y cualquier lugar público podía convertirse en escenario improvisado. La generalización de los corrales favoreció la mercantilización del teatro: pago de entradas, empresarios que organizaban representaciones, escritores que vendían los derechos de sus obras, profesionalización de compañías teatrales... 

El teatro profano -el religioso era mucho más antiguo- comenzó a hacerse común en España a finales del XV, con las compañías ambulantes italianas (commedia dell’arte). Fue Lope de Rueda el primero en formar una compañía teatral española, y en apenas cincuenta años, la fiebre del teatro ya haría furor entre los españoles de la época...

Silencio al otro lado del auricular

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La periodista y escritora Aitana Castaño firma este microrrelato. Sencillo, impecable, emocionante. Me recuerda inevitablemente a una canción de Víctor Manuel...

NO DEBERÍA HABER TELÉFONOS EN EL HOGAR DE UN MINERO

Marisa no tuvo que levantar el auricular para saber lo que le iban a decir al otro lado del hilo telefónico: eran las cuatro menos diez de la madrugada y Jaime estaba en el pozu... pero lo levantó. 
-Marisa, oye mira que soy Serafín, ¿tas bien?, vete a buscar a la mi muyer, nun tes sola, ye que mira... Marisa oye dime algo... 
Marisa colgó el teléfono sin decir nada, arropó a Jacobo que dormía en la cuna y comenzó a llorar. Al poco, sonó el timbre. Eran las vecinas. Ellas tampoco dijeron nada.

Mi abuelo (también) fue picador, allá en la mina...

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De nombre contundente, sonoro, la aldea de Muñón Cimero parece un refugio eglógico. La villa de Lena, de color ladrillo, se extiende abajo, a orillas del río, en el fondo de un valle apretado por unas colinas verdes y empinadas. Arriba, paseando por los praderíos, parece que uno debiera hacer equilibrios para no caer rodando, pendiente abajo. Exactamento eso es lo que parece que hacen los compactos bosquecillos que se columpian en las laderas. Todo invita a la paz. La pequeña aldea no es más que una docena de casas de piedra, unos geranios en las ventanas, un hórreo destartalado, una vaca. Unos pocos cientos de metros al norte, tras las curvas de una carretera en mal estado, unas instalaciones industriales y una loma gris ceniza rompen la armonía del paisaje. Más de cerca, un enorme agujero se abre en la tierra: es una antigua mina de mercurio, la mina de Soterraña.

La mina de Soterraña tiene su historia. Abrió en 1844. El cinabrio que el pozo Eugenia guardaba en sus entrañas era muy rico en mercurio. La Asturian Mining Company abandonó al poco tiempo la explotación debido a las dificultades que representaba la presencia de arsénico en las rocas del mineral. En 1879 otra empresa, Fábrica de Mieres, se hizo cargo. Y casi cien años más tarde, en 1973, la explotación cesó por falta de rentabilidad. Entre medias, la mina resultó ser la antesala de una morgue: cientos de trabajadores que respiraron -día sí, día también- el polvillo tóxico del interior de las galerías, murieron por lo que entonces se conocía como "mal de la mina".

No sé exactamente cuando mi abuelo empezó a trabajar en Soterraña. Marchó desde una aldea ourensana que vigilaba el Miño, a finales de los años 40, rumbo a las oportunidades de la cuenca minera asturiana. Primero, a una mina de carbón en Moreda (Aller), luego a la de mercurio de Soterraña. Poco antes de cerrar definitivamente la mina, sus bronquios no soportaron más aquel agujero irrespirable. Murió pocos años más tarde, en 1975, en una lenta agonía. Yo solo era un bebé, y por tanto ningún recuerdo guardo de él. Pero ser consciente de estos acontecimientos, visitar Soterraña, es como estudiar mi prehistoria.

Por cierto que, según he leído, Soterraña sigue sangrando mercurio, envenenando el paisaje: "deterioro de la calidad de las aguas subterráneas, contaminación de suelos, pérdida parcial de la cubierta vegetal, degradación de la biodiversidad, acumulación de estériles en escombreras con mercurio y arsénico..." Por si fuera poco el último aliento que en aquellas galerías dejaron cientos de mineros.

Nada mejor que la canción que Víctor Manuel dedica a su abuelo para despedir este artículo. El de Víctor Manuel se llamaba Víctor. El mío, ese que nunca conocí, se llamaba José.

EL ABUELO VÍCTOR…

Sentado en el quicio de la puerta,
el pitillo apagado entre los labios,
con la boina calada y en la mano
una vara nerviosa de avellano
¿Qué recuerda su frente, limpia y clara?
Quizá la primavera deshojada,
el olor de la pólvora mojada,
o el sabor del carbón mientras picaba...

El abuelo fue picador allá en la mina,
y arrancando negro carbón quemó su vida.

Se ha sentado el abuelo en la escalera
a esperar el tibio sol de madrugada;
la mirada clavada en la montaña,
es su amiga más fiel, nunca le engaña.
Temblorosa la mano va al bolsillo
rebuscando el tabaco y su librito
y al final, como siempre, murmurando
que María le esconde su tabaco...

El abuelo fue picador allá en la mina
y arrancando negro carbón quemó su vida.


 

¿En qué país vivimos?

Nómadas

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Franco Battiato es uno de los cantautores más extraordinarios y atípicos que he escuchado. Comparto con vosotros una canción suya, una de mis preferidas. Podría hacer un ejercicio de comparación con la Oda a la vida retirada de Fray Luis, pero hoy solo me apetece escuchar...

Nómadas que buscan los ángulos de la tranquilidad,
en las nieblas del norte, en los tumultos civilizados,
entre los claros oscuros y la monotonía de los días que pasan.
Caminante que vas buscando la paz en el crepúsculo
la encontrarás, la encontrarás al final de tu camino.
Largo el tránsito de la aparente dualidad,
la lluvia de Septiembre despierta el vacío de mi cuarto
y los lamentos de la soledad aún se prolongan.
Como un extranjero no siento ataduras del sentimiento,
y me iré de la ciudad, esperando un nuevo despertar.
Los viajantes van en busca de hospitalidad,
en pueblos soleados, en los bajos fondos de la inmensidad,
y después duermen sobre las almohadas de la tierra.
Forastero que buscas la dimensión insondable,
la encontrarás fuera de la ciudad, al final de tu camino.

El funeral (artículo de costumbres).

Llega la hora última, la hora de sellar la piedra de la tumba. Un corrillo de conocidos y semidesconocidos hacen cola, como en la carnicería, y no se conforman con saludar en silencio e irse, sino que, haciendo ostentación de su presencia, como si enseñasen el ticket al tendero, palabrejean al oído de la viuda, del huérfano, creyendo pretenciosos que sus palabras constituyen mayor consuelo que el sencillo susurro del viento en las ramas del magnolio que domina el cementerio. El eco de la última elegía se apaga, al poco marchan los enterradores, y la multitud, por un momento respetuosa a causa del mínimo decoro, ya satisfecha de sí misma y del espectáculo del dolor, retarda su salida del recinto para entretenerse ahora con conversaciones fútiles, cada vez más alegres y ruidosas. La vida sigue... como si nada en realidad hubiese ocurrido. El camposanto se vacía poco a poco, hasta que solo queda en el aire, mezclado con el de los crisantemos, un aroma de soledad y desamparo.

Sir Ken Robinson: El estrangulamiento de la creatividad en los sistemas de educación públicos.

Entendiendo el periódico como un proyecto cooperativo

Los alumnos de 2º ciclo recibieron en el Centro de Cooperativismo de Verín un taller práctico sobre la redacción y edición de un periódico (qué cosa más cooperativa que la elaboración de un periódico o una revista). Confiamos en que los chavales aprendieran cosas que poner en práctica en el próximo número de LaGaZetaDeTerZero. Las imágen pueden verse en el Facebook de LaGaZeta, en el siguiente enlace.

Pizarras...

 

Esto me ha hecho pensar en la cantidad de veces que me he sentido impotente para explicar algo que me resultaba tan obvio... Pero hay que persistir hasta hallar el modo: al final esos malos ratos son compensados por el resto de veces en que un alumno logra -al fin- dominar algo que al principio le resultaba imposible...

"A santa paciencia dos mestres de Galicia", por Manolo Rivas

"A santa paciencia dos mestres de Galicia", por Manolo Rivas

Las incursiones del Manolo Rivas columnista por las páginas de opinión de los periódicos no suelen emocionarme, me parecen demasiado políticas. Sin embargo, ante este artículo -aunque no prescinde de cierto fuste militante- sí me quito el cráneo. "Pues claro, defiende a los maestros, y tú eres profesor, ¿qué misterio hay?", me dirá alguien. A quien tenga la tentación de acusarme de corporativista, le diré que también prevengo al señor Rivas de caer al lado opuesto a la demonización del maestro, la idealización. Que profesionales de la enseñanza hay muchos, y los hay más entregados y menos entregados, los que tienen verdadera vocación entregándose con amor a su profesión, y aquellos cuyo mayor mérito personal ha sido simplemente aprobar una oposición. Como en todos los gremios, hay de todo. También habría que reflexionar sobre qué parte de culpa tienen los docentes en ese descrédito social que estamos sufriendo. Pero, hechas estas reservas, merece la pena "perder" unos minutos en leer la opinión del autor de O lapis do carpinteiro sobre la profesión docente y la valoración que hace de ella la sociedad actual. 

Estamos de paso nunha casa de comidas dunha vila galega. É a hora de xantar. Hai un televisor ao fondo, moderno, de plasma, o que lle dá á sala de comedor un xeito de cinema comentado. Todo transcorre nunha atmosfera de tranquilidade, aínda que as máis das noticias sexan inquietantes e indixestas. Mais xa estamos afeitos a esgazar as dúas funcións, de tal xeito que podemos compatibilizar o pracer no padal co abraio mental. Nas diferentes mesas, os clientes comen en silencio ou falan do seu. De súpeto, todo cambia. A noticia en televisión dunha protesta do profesorado galego contra o incremento de horario lectivo, as imaxes dunha manifestación multitudinaria dos mestres, provoca os comentarios en voz alta e alporizados de varios comensais. 

O que está a pasar en Galicia é algo insólito: encirrar a poboación contra os mestres

-Non queren traballar, eses langráns!

-Aínda han de pedir máis vacacións!

-A eses púñaos eu a cavar gabias!

A maioría, hai que dicilo, cala. Seguramente pensan outra cousa, mais calan. Seguramente é a actitude máis intelixente, pois os outros están no transo de bourear, de exercer o poder decibélico. Así que nese intre o discurso dominante na sala era o da reprobación e condena dos mestres. Non só iso. O desprezo cara á xente que traballa no ensino. Non un desprezo calquera, senón un desprezo rancoroso, emitido polo son que produce a maquinaria do odio. Ademais de atragoárseme os berberechos, penso que hai días en que seria mellor saír da casa cuns algodóns encerados nos oídos.

Os manifestantes levan a figura cómica dun cabezudo. Ten certa semellanza co conselleiro de Educación. Esa imaxe, tamén na distancia, desdramatiza o ambiente. É o que ten a sátira. Que actúa de catarse. O certo é que as voces feroches amansaron, e entón oíuse unha que pairou livián na cargada atmosfera.

-Teñen o seu mérito, que terman dos rapaces!

Ao que seguiu outra un pouco máis punzante, retranqueira.

-Cando non dos pais, que son peores!

A min gustaríame engadir algo:

-Termar terman de todo!

Pero calei. Por covardía. Polos berberechos atragoados.

O meu proceso mental foi o contrario ao dos cabreados cos mestres, que logo foron recuando. Eu anoxeime despois. Cando xa pasara a regueifa e morrera o conto. Teño esa rareza. Que me alporizo cando estou só. Adoita pasarme o que os franceses chaman l’esprit de l’escalier [o espírito da escaleira]. Que me lembro máis tarde, a deshora, do que debería ter dito. E entón falo só. Polemizo comigo. Vou á procura do espírito da escaleira. Escribo un artigo coma este. A dúas voces. A da perplexidade e a carraxe.

Fun criado no respecto ao mestre. Se cadra coñecín mestres, persoas concretas, que non merecían ese respecto, mais toda a humanidade que me arrodeaba, meus pais, meus veciños, todos me transmitiron o respecto á muller ou home que daban escola. Non era un respecto dócil. O respecto é diferente do servilismo, da docilidade. En realidade, o que a min me transmitían era o respecto poño coñecemento, pola aprendizaxe, pola curiosidade de pescudar no descoñecido, de avanzar contra a ignorancia. Era un respecto que atravesaba os tempos, as xeracións. No fondo, unha herdanza republicana. Porque o pobo sempre intuíu que o coñecemento, e o libre pensar, era a verdadeira conquista do pan.

O que está a pasar hoxe en Galicia é algo insólito. Un despropósito que supera o impensábel nunha democracia. Nin remontándose ao país imaxinario de Sopa de ganso, o filme dos irmáns Marx, encontraríamos algo semellante relativo á educación. O de encirrar a poboación contra os mestres. Contra o profesorado. O dar pábulo e amplificar falsidades, dando a entender que os ensinantes son unha especie de estamento privilexiado, nugalláns que non dan un pau a auga, ou tratándoos como unha xunta de bois preguiceiros aos que cómpre aguilloar con medidas penitenciais.

Pero, que absurdo é este dunha Administración que en lugar de afortalar o ensino, o espazo basilar do futuro, o que fornece é o descrédito dos ensinantes?

Os ensinantes viron recortados os seus soldos. Uns salarios que xa son moi inferiores aos da media europea. Os centros de ensino público en Galicia veñen sufrindo unha continua poda orzamentaria, de tal maneira que grande parte das moitas actividades extras que se desenvolven son por mor do voluntarismo e o esforzo non retribuído do persoal da ensinanza. As bibliotecas escolares deberían ser o corazón dos centros. Pois ben. Coñezo bibliotecas e clubs de lectura moi activos que só existen grazas aos mestres que os fan posíbeis cun traballo nunca contabilizado.

Falando de contar horas, o bo mestre, que son os máis, traballa todo o día. Cando non a noite. Quen coñeza ese mester de ensinar sabe da entrega que require en horas de formación, de preparación de clases, de corrección de traballos e probas, de atención persoal a estudantes con problemas. O incremento de horario lectivo que está a provocar as protestas no ensino foi unha medida de corte disciplinario, unilateral. Fora cal fose a intención, os responsábeis semellan ignorar que os recortes salariais non poden ir agravados por un clima impositivo, arbitrario, sen pontes de diálogo e negociación. A auctoritas é algo que os demais conceden polo valor de quen a merece. Non se impón co cimbrar da vara de mando.

O espazo do ensino é o espazo do diálogo. Da palabra. Do pensamento. O berce da liberdade. Mais construír ese espazo esixe sutileza, grandes depósitos de esperanza e unhas condicións de confianza básica. É un traballo delicadísimo. De primeira liña de risco. E de enorme paciencia. O bo mestre ten de ser, dalgún xeito, da madeira de Kevin, aquel santo irlandés que estando en Glendalough, un lugar montañoso do condado de Wicklow, estricou os seus brazos para erguer unha pregaria ao Ceo, e entón apareceu un merlo e pousou nel. Nun dos brazos. E ao merlo aquela póla pareceulle boa e chamou pola merla e decidiron construír alí o niño. Puxeron os ovos, medraron as crías, e un día botaron a voar. E só entón, só nese intre, san Kevin baixou o brazo.

Os gobernantes pasan. Hainos que deixan semente. E hainos que deixan un ronsel de fume. Dos peores fumes, o fume que procede da síndrome de burn-out. Dos ensinantes queimados.

                                                                   El País, 1 de julio de 2011.

"La ciudad", de Kavafis

"La ciudad", de Kavafis

Ya hablé de Konstantinos Kavafis (1863-1933) y de su celebérrimo poema Ítaca en una ocasión, hace más de dos años. Este verano, tratando de empaparme de un poco de cultura griega moderna para mi viaje a las Cícladas, he releído a este poeta griego nacido en Alejandría. Uno de los ciento cincuenta y cuatro poemas que él contempló como definitivos -era un perfeccionista- me llamó especialmente la atención, precisamente porque parecía que me lanzaba una sombría profecía.

Tras pasar un año más complicado de lo habitual en el trabajo, las vacaciones se presentaban como un oasis, y el viaje a Grecia, como la sombra más fresca bajo la palmera más hermosa. ¿Quién puede decir que todo viaje no sea una huida? Como dijo Unamuno, "se viaja no para buscar el destino, sino para huir de donde se parte"... No hace falta ponerse cultureta: coloquialmente, cuando viajamos, solemos hablar de "resetear", de "desconectar", como si fuésemos ordenadores que necesitan un formateo para seguir funcionando con normalidad.

Pero los humanos no somos aparatos electrónicos: un viaje es un paréntesis, una feliz enajenación provisional, pero la realidad es tenaz y siempre acaba atrapándonos. Huir de nuestros demonios resulta, sencillamente, un empeño destinado al fracaso. Esto es lo que Kavafis pretende decirnos en "La ciudad":

Dices: "Iré a otra tierra, hacia otro mar
y una ciudad mejor con certeza hallaré.
Pues cada esfuerzo mío está aquí condenado,
y muere mi corazón,
lo mismo que mis pensamientos, en esta desolada languidez.
Donde vuelvo los ojos sólo veo
las oscuras ruinas de mi vida
y los muchos años que aquí pasé o destruí".

No hallarás otra tierra ni otro mar.
La ciudad irá en ti siempre. Volverás
a las mismas calles. Y en los mismos suburbios llegará tu vejez;
en la misma casa encanecerás.
Pues la ciudad es siempre la misma. Otra no busques -no la hay-
ni caminos ni barco para ti.
La vida que aquí perdiste
ya la has destruido en toda la tierra.

Nuevo número de LaGaZetaDeTerZero

Ya puede consultarse la versión digital del número 5, aquí (en Scribd) o aquí (en Issuu).

Trayectoria poética de Rubén Darío

Trayectoria poética de Rubén Darío

Lecciones de Gran Hermano...

 

No voy a comentar mucho... Cada perla que suelta esta concursante (gallega y gallegófoba) de Gran Hermano 12 es una oda a la estupidez. Los profes de lengua pueden poner este vídeo como ejemplo para explicar comportamientos diglósico-compulsivos...

"Soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla..."

 

Ayer fui a ver También la lluvia, la película dirigida por Íciar Bollaín e interpretada por Luis Tosar y Gael García Bernal. Os recomiendo encarecidamente verla: es un sublime ejercicio de comparación entre dos historias de colonialismo y explotación, una del pasado, otra del presente. El equipo de producción de una película llega a Bolivia con la intención de sacar adelante, contra viento y marea, su proyecto, que consiste básicamente en relatar la historia del Descubrimiento de América, haciendo hincapié en la visión de los conquistados, denunciando las atrocidades de los conquistadores. Pero una revolución del presente torpedea sus planes... O no, quizá la revuelta popular, por causa de la privatización del servicio de abastecimiento de agua, les devuelve a los integrantes del equipo a la realidad en la que son ellos los que deben tomar decisiones importantes...

En fin, no era mi intención escribir una crítica, sino transcribir un pequeño pero enorme discurso que captó mi atención. En un momento de la película, el actor que interpreta al fraile dominico Antonio de Montesinos ensaya la escena de un sermón. Ese sermón fue pronunciado el 21 de diciembre de 1511, y había sido consensuado por todos los frailes que componían la comunidad dominica de la isla, escandalizados ante los atropellos que sufrían los indios nativos. Fue Montesinos el encargado de pronunciarlo ante un nutrido grupo de soldados y colonos. El texto original no se ha conservado, pero lo conocemos gracias a Bartolomé de las Casas, y dice así: 

Soy la voz de Cristo en el desierto de esta isla, y por tanto conviene que con atención la oigáis, la cual les será la más nueva que nunca oísteis, la más áspera y dura y espantable y peligrosa que jamás no pensasteis oír. Esta voz es que todos estáis en pecado mortal y en él vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes. Decid: ¿Con que derecho y con que justicia tenéis en tan cruel y tan horrible servidumbre a estos indios? ¿Con qué autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido en sus enfermedades, que los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren y, por mejor decir, los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Estos no son seres humanos? ¿No tienen almas racionales? ¿No estáis obligados a amarlos como a vosotros mismos? Tened por cierto que, en este estado en que estáis, no os podréis salvar más que los que carecen y no quieren la fe de Jesucristo.

A lo largo de muchos meses los dominicos habían denunciado a las autoridades la situación intolerable en la que se encontraban los nativos de la isla. Como nada cambiaba, se pusieron de acuerdo para criticar públicamente los excesos de los españoles en el Nuevo Mundo. Ya se puede suponer el enorme revuelo que se montó. Montesinos fue obligado a volver a España a dar explicaciones, pero acabó incluso obteniendo tímidas concesiones legislativas del rey Fernando el Católico para mejorar la situación de los indios, a los que siguió defendiendo hasta su muerte, en lo que hoy es Venezuela, en 1540.
El 15 de agosto de 1514, otro sacerdote, hijo de un excompañero de Cristóbal Colón en su segundo viaje a Las Indias, impactado por la labor de Montesinos, pronunciaba otro discurso casi igual de incendiario que el de aquel. Era Bartolomé de las Casas, que renunciaba públicamente a sus encomiendas (sistema semifeudal por el que se adjudicaban un número de indios a un español, trabajo a cambio de "protección") y se dedicaría a partir de ese momento a luchar con todas sus fuerzas por los derechos de los indios. Sus esfuerzos cristalizaron en 1542, durante el reinado de Carlos V, ya fallecido Antonio de Montesinos, con la promulgación de las Leyes Nuevas, que prohibían la esclavitud de los indios, los cuales quedaban bajo la protección de la Corona, sin el yugo del sistema de encomiendas. A finales de ese mismo año De las Casas terminó de redactar su obra más conocida, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, que para muchos constituye el primer tratado moderno sobre derechos humanos.
Archivo:Bartolomedelascasas.jpg
Bartolomé de las Casas tuvo un papel esencial en la historia. Pero no son menos importantes aquellos personajes más anónimos, como Antonio de Montesinos, que abrieron caminos allí donde parecía no haberlos. A las agallas y la fe que mostraron estos hombres va dedicada esta entrada de hoy.
PS. Se pueden consultar más detalles sobre la vida y obra de Montesinos y De las Casas, y su tratamiento en la película También la lluvia aquí.

Feliz 2011 a todos...

Feliz 2011 a todos...

Entrevista a José Manuel Blecua

Entrevista a José Manuel Blecua

Copio y pego el fragmento más interesante de la entrevista de El País a José Manuel Blecua, el nuevo director de la RAE, de 21 de diciembre de 2010.

P. La gran difusión del trabajo de la RAE coincide con la cada vez menor presencia de las letras en la enseñanza.

R. No solo eso, el bachillerato es más corto, han aumentado las asignaturas de la vida cotidiana -la informática, por ejemplo- y la literatura ha quedado reducida a ser parte de la lengua, cuando siempre tuvo su autonomía.

P. Las humanidades no están de moda.

R. Han quedado reducidas a una pincelada de la vida de un autor y a unos pocos fragmentos de un libro difícil de entender. Habría que pensar en unas humanidades del siglo XXI, pero hacerla con retazos viejos del siglo XVI tampoco es una solución porque acaba siendo un saber enciclopédico que no lleva a nada. ¿Qué más da que Garcilaso naciera en Toledo o no?

P. ¿Cómo deberían ser las humanidades del siglo XXI?

R. Hay que volver a lo que hacían los grandes maestros del humanismo, para los que era fundamental el comentario lingüístico, la comprensión lectora, todo eso que con el informe PISA, vemos ahora que fracasa. Además, es una contradicción, porque, con Internet, nunca la escritura y los textos han tenido tanta presencia en la sociedad. Esa es la contradicción: se escribe más que nunca pero la gente no entiende lo que lee. El texto ha sido fundamental para las humanidades, y ahora resulta que pretendemos sustituirlo por el dato de dónde nació Petrarca con tres líneas de un soneto, y eso no es.

P. Si a eso se suma la influencia de los políticos y los medios... ¿Hablamos tan mal como se dice?

R. No crea usted que los políticos hablan peor que los profesores. Es verdad que los que tenemos la posibilidad de estar frente a un micrófono tenemos una responsabilidad. La crisis de la educación es lo que ha deteriorado la lengua. Como la educación no nos ha afianzado ni la capacidad expositiva ni la argumentativa, nos convertimos en modelos pobres que imita la sociedad.